CLAVADOS
Orlando Duque: “Los saltos me mantienen con vida”
El clavadista más mediático de las series mundiales de Red Bull es este colombiano de 40 años, que relata en AS la pasión que pone en cada zambullida desde que era niño.
Orlando Duque es el más mediático de los clavadistas, esos gigantes de vuelo corto que se lanzan desde una plataforma situada a 27 metros, dentro de las Series Mundiales de Red Bull. Descubrió la emoción de los saltos trabajando en un zoológico en Austria y desde entonces vive cada día para lanzarse al agua desde las alturas. El colombiano es uno de los mejores del mundo. En la etapa bilbaína del torneo, en septiembre justo cuando cumplió 40 años, mostró todo su carisma. Y su pasión por la velocidad, el sonido del viento, el paisaje junto al Guggenheim... Finalmente fue cuarto en el campeonato mundial, que ganó el favorito, Gary Hunt, tras el cierre del curso en el espectacular cenote Ik Kil en la península de Yucatán de México. Fue la cuarta victoria del británico en siete paradas de la Serie Mundial de 2014. El ganador de 2013, el ruso Artem Silchenko, terminó segundo tanto en la última etapa de la serie en México como en la clasificación general. Orlando Duque, siempre ameno y atento, charló con AS sobre su pasión.
-La gente se vuelve loca con usted.
-Sí, te apoya y te motiva, eso te hace sentir muy bien
-Es el embajador de un deporte muy atractivo visualmente.
-La carrera ha sido de tantos años que la gente te reconoce un poco más. Apoyar el deporte en general es emocionante.
-¿Qué le dan los saltos?
-Lo dije una vez: los saltos me mantienen con vida. Así es mi pasión por este deporte, lo que me motiva a despertarme. No sé lo que haría sin saltar.
-¿Qué se puede pensar en tres segundos, a 90 por hora, y cayendo durante 27 metros?
-En el salto solo, porque cualquier distracción puede ser fatal. Debes evitar cometer errores al entrar al agua.
-He podido asomarme a la plataforma… ¡invade una terrible sensación de pánico!
-Sí, ja, ja., ja. Esa sensación de un poco de miedo antes del salto, la velocidad en caída libre, el sonido del viento, el impacto con el agua, el aplauso de la gente.... Hay un cúmulo de sensaciones que nos hacen amar cada vez más esta disciplina.
-¿Antes de lanzarse piensa muchas veces mentalmente lo que va a hacer?
-Sí, trato de visualizarlo en mi mente, aunque ya lo tengo pensado en los entrenamientos.
-¿Cómo empezó en todo esto?
-Desde niño me gustaba saltar al agua. Cuantos más saltos aprendía, más me gustaba. Entrené en piscina durante diez años y luego me cambié a los clavados. Me fui a vivir a Austria a trabajar en un safari park, donde hacíamos un espectáculo de saltos. Allí me arrojaba desde una escalera de 22 metros a una piscina de siete de diámetro y tres de profundidad. Vi las competiciones del Red Bull Cliff Diving World Championship y no paré hasta entrar en ellas. Me invitaron y participé por primera vez en 1999, quedé en segundo lugar...
-Su trabajo no es solo lanzarse, hay mucha preparación física.
-¡Claro! Pasamos mucho tiempo en el gimnasio haciendo trabajo cardiovascular, repetimos los saltos desde alturas menores en la piscina, hacemos pesas en el gimnasio, preparación mental en los tiempos libres... No estamos todo el día en paraísos entrenando, eso lo guardamos para la competición.
-Saltar frente al Guggenheim o en el Amazonas aportan unas postales bellísimas, como en el surf.
-Esa es la parte más bonita: buscar sitios en los que me tengo que adaptar a las condiciones del entorno. Estamos planeando eventos en Namibia, Sudáfrica y también en la Antártida.
-Siendo uno de los mejores del mundo, se le ve gozar cuando asiste a un salto de un rival.
-Es todo un espectáculo. Todavía hoy me emociono al ver los saltadores.