Austria coló a Matthias Mayer en el duelo de Svindal y Miller

Ni Aksel Lund Svindal, ni Bode Miller. Austria es la gran potencia del esquí alpino y debió tomarse como una ofensa no estar invitada a la puja por la prueba reina del deporte rey de los Juegos de Invierno: el descenso. Así, cuando se esperaba a dos deportistas consagrados, Matthias Mayer se presentó en sociedad a los 23 años con el estreno de su palmarés en el mejor escenario posible. Austria recuperó así el trono olímpico en una disciplina que ha ganado siete veces, entre ellas con mitos como Toni Sailer (1956) o Franz Krammer (1976), y la última con Fitz Strobl (2002).

Mayer había hecho unos extraordinarios entrenamientos, pero su victoria es una sorpresa absoluta, porque en descenso ni siquiera había logrado catar un podio: su mejor resultado es un quinto puesto en diciembre en Bormio. Sí lo había hecho en supergigante (dos veces segundo), así que ojo también a sus prestaciones el próximo domingo. Mayer lo lleva en los genes, porque su padre, Helmut, había conquistado la plata en el SuperG de Calgary 1988. “Ni yo entiendo qué significa ser campeón olímpico, porque es la primera vez que gano algo...”, apuntó un estupefacto Mayer.

Svindal y Miller ni siquiera subieron al podio. El noruego se quedó en las puertas: cuarto. Y el estadounidense se fue a la octava plaza: “No sé qué me ha podido ocurrir”, se lamentaba. Dos españoles, Paul de la Cuesta y Ferrán Terra, ocuparon los puestos 28º y 34º, en la línea esperada. Hoy se disputa la supercombinada femenina.