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Un proyecto de más de 37.000 millones

Los Juegos más caros de la historia arrancan bajo amenaza

Mañana se inauguran los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi. Hoy, primeras calificatorias. El presidente ruso Vladimi Putin encabeza un proyecto polémico.

Vladimir Putin visitó las instalaciones olímpicas junto a la atleta Yelena Isinbayeva y al ministro Vitaly Mutko.
AFP

Hoy arrancan los Juegos Olímpicos más caros de la historia, los que han desplegado un mayor operativo de seguridad y, según muchos analistas, incluso los más politizados desde Berlín 1936. La Inauguración se celebra mañana, pero este jueves ya hay calificatorias de patinaje, slopestyle (snowboard) y esquí artístico (baches). El circo blanco ya está en marcha, pero regado de polémica.

El presidente ruso Vladimir Putin ha hecho de los Juegos una cuestión de Estado y ha liderado un proyecto que define como “la mayor obra del mundo”... Una obra colosal que consistía en convertir la ciudad balneario de Sochi en una sede invernal. El proyecto comenzó con una inversión de 9.000 millones de euros, pero ya ha batido todos los récords con más de 37.000 millones. Hasta ahora, los de Pekín 2008 habían sido los más caros con 26.000.

Durante siete años se han construido 52 remontes y 200 kilómetros de pistas en el área caucásica de Krasnaya Polyana, donde se ha guardado nieve en siete depósitos por si la meteorología no acompaña; numerosas infraestructuras como 77 puentes o 22 túneles; se ha remodelado el aeropuerto o se ha levantado un estadio que servirá para las ceremonias de Sochi, pero también para el Mundial de fútbol de 2018.

Varios opositores de Putin han denunciado que la inversión no sólo se ha disparado por las obras faraónicas, sino porque gran parte del dinero se ha desviado a bolsillos de funcionarios o empresarios corruptos. Boris Nemtsov, que fue candidato a la alcaldía de Sochi, cifra la ‘mordida’ en el 50% y asegura que el gasto, que nunca se ha hecho oficial, “podría haber superado ya los 43.500 millones”.

Otro récord batido por Sochi alude al contingente de seguridad, que alcanza los 75.000 agentes entre policías, militares y seguridad privada. Después de dejar 34 muertos a finales de diciembre en Volgogrado, a 700 kilómetros, los terroristas chechenos dedicaron este mensaje a Putin: “Por lo que se refiere a los Juegos, hemos preparado un regalo para ti y para los turistas”. También dirigieron amenazas directas a los comités olímpicos de Eslovenia, Hungría e Italia, y a las austriacas Bernadette Schild (esquí alpino) y Janine Flock (skeleton). Thomas Bach, presidente del COI, justifica el despliegue “porque todos los grandes eventos están bajo a amenaza y eso incluye a los Juegos” y “porque lo contrario sería ceder ante el terrorismo”.

Otra polémica que acompaña a Sochi es la ley rusa que prohíbe la propaganda homosexual. Las autoridades, con Putin al frente, han asegurado al COI que “no habrá ningún tipo de discriminación”, pero las recientes declaraciones del alcalde de la ciudad, Anatoli Pajomov, no han ayudado mucho a dar credibilidad a esas garantías: “No tenemos homosexuales en Sochi, no son aceptados”.