Sochi 2014
Lolo Jones decide cambiarse al bobsleigh y engorda 14 kilos
Los ha ganado a base de batidos de proteínas, mucha carne, helado, tartas y barritas de chocolate... “En bobsleigh se dice masa empuja a masa”, comenta.
Lolo Jones (Des Moines, EE UU, 1982), aquella mediática vallista que tropezó en el octavo obstáculo en los Juegos de Pekín cuando cabalgaba hacia el oro, se toma cada noche una doble hamburguesa con queso y bacon. En vídeos se la puede ver engullendo tres platos a la vez de manera compulsiva... Todo forma parte de un plan específico para ganar peso, algo que considera que le vale para “coger potencia” y buscar una medalla con el US Team de bobsleigh en Sochi, donde empujará uno de los tres biplazas. “Como atleta debes ser un galgo, para el trineo tienes que convertirte en un pitbull o un Rottweiler”, cuenta Lolo, cuarta en Londres, que ha ingerido más de 9.000 calorías diarias.
Ha pasado de los 61 kilos que pesaba en verano sobre el tartán, a los 75 (30 libras más) que marca la báscula en la previa olímpica. Los ha ganado a base de batidos de proteínas, mucha carne, helado, tartas y barritas de chocolate... “En bobsleigh se dice masa empuja a masa”, comenta la estadounidense, cuyo trineo alcanza los 150 km/h y, que pese a estar “más pesada que nunca”, asegura: “Mis abdominales siguen estando ahí, más sólidos que antes”.
Su trabajo en el gimnasio se ha doblado en intensidad. Eso le ha valido formar parte del US Team. “Su velocidad, su potencia y su experiencia en la élite están aportando mucho a este equipo. Da otra visión”, comenta Jazmine Fenlator, una de las pilotos estadounidenses. Lolo, a la que apodan Honey Badget (el Tejón de Miel), será frenadora, como Laury Williams, otra velocista que acredita 10.88 en 100.
Pero no todo ha sido un camino de rosas para que Jones haya llegado a la Villa Olímpica de Sochi. “Debería haber ganado más followers en Twitter, en lugar de ganar masa muscular”, decía Emily Azevedo, una damnificada del US Team. Sin embargó, la experimentada Elana Meyer sí le dio su apoyo. “Me siento querida e integrada desde el primer día. Estoy cansada de críticas”, decía Lolo, entre lágrimas.
Jones, que sigue los pasos de Edwin Moses o la sueca Ludmila Engquist, ha encontrado la felicidad en el bobsleigh: “No tenía expectativas, era una vía de escape y de diversión”. Ahora, tras los fiascos de Pekín y Londres, Jones, de 31 años, sigue empecinada en conseguir su medalla olímpica ya sea en el tartán o sobre el hielo.