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Fallece a los 95 años de Edad

Nelson Mandela consiguió unir a Sudáfrica mediante el rugby

El triunfo de los Springboks en el Mundial de 1995 integró al país. Después de 27 años en prisión, fue Nobel de la Paz y presidente de una Sudáfrica unida.

Nelson Mandela y Pienaar en 1995.

"Gracias, François, por lo que has hecho por nuestro país”. “No, señor presidente, gracias a usted por lo que ha hecho por nuestro país”. Ese fue el diálogo entre Nelson Mandela y el capitán de Sudáfrica, François Pienaar, ambos vestidos con la camiseta springbok, ambos con el número seis, cuando el dirigente le entregó al flanker la copa William Webb Ellis del Mundial de rugby de 1995. 60.000 sudafricanos aclamaban a Mandela en el Ellis Park de Johannesburgo, y Pienaar pronunció un discurso de unidad: “Hemos ganado no sólo para los presentes, sino para toda Sudáfrica”.

El torneo significó el regreso de la selección anfitriona a las competiciones oficiales, después de no participar en los campeonatos del mundo de 1987 y 1991 por sanción debido a su política de apartheid. Durante muchos años, los Springboks se habían convertido en un emblema afrikaaner o boer, exclusivo de los blancos, y provocaban el rechazo de la población negra, que celebraba los puntos y los triunfos de sus rivales. De hecho, sólo un negro, Chester Willi­ams, representó a Sudáfrica en ese victorioso Mundial. Aun así, Nelson Mandela empleó a su equipo y al rugby para unir a una nación dividida, al borde de la guerra civil. En su visita a los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992, se percató de la importancia del deporte en la sociedad. Ya como presidente (ejerció de 1994 a 1999), convenció a su gente para que apoyaran a los sudafricanos, independientemente del color de la piel. A Pienaar le instó a que sus chicos realizaran una gira previa al campeonato por las zonas más desfavorecidas, para que se concienciaran de la precaria situación de casi todas las regiones negras.

John Carlin, columnista de El País y colaborador de AS, radiografió en El factor humano aquellos acontecimientos. La película Invictus, de Clint Eastwood, se basó en su libro. Para Carlin, corresponsal en la Sudáfrica del apartheid, la imagen de Nelson Mandela, un negro de la etnia xhosa de 1,85 de altura y 88 kilos de peso, con François Pienaar, un blanco de 1,91 y 110 kilos, supuso “el acto político más importante” que ha presenciado nunca: “Ese momento transformó el devenir de Sudáfrica. Fue un punto de inflexión, el instante más feliz y de mayor unidad patriótica del país”. El neozelandés Jonah Lomu, derrotado en la final, lo definió de forma parecida: “Perdimos ese trofeo, pero vimos cómo se escribía la Historia”.

Integración. Ese gesto simbolizó la capacidad integradora de Mandela, que sufrió la opresión en primera persona: como líder del Congreso Nacional Africano, le condenaron de por vida en 1962 por sabotaje y conspiración. Liberado en 1990, tras más de 27 años en prisión (la mayoría en Robben Island, donde leía los versos del poema que da título a la cinta Invictus), trabajó junto al entonces máximo mandatario sudafricano, el blanco Frederik de Klerk, para lograr una democracia multirracial. Sus esfuerzos fructificaron y recibieron el Nobel de la Paz conjunto en 1993. El corazón de Mandela se paró a los 95 años, descanse con esa merecida paz.