LA CARRERA OLÍMPICA DE MADRID (III)
"Madrid 2016 ganará los Juegos Olímpicos del año 2020"
Manuel Cobo (1956) fue vicealcalde de Madrid durante el mandato de Alberto Ruiz-Gallardón y estuvo en primera línea de fuego de las candidaturas de 2012 y 2016.
—¿Decir Singapur o Copenhague despierta sus peores pesadillas?
—Sentí mucha pasión por Madrid. En Singapur, por ejemplo, vi a la Reina trabajar en todos los ensayos después de haber tenido una caída. Estaba muy dolorida, pero no dijo nada. Me pareció profesional y entrañable. Y así trabajaron todos. Por encima de sus posibilidades.
—Pero Madrid no ganó.
—Sí, pero se nos conoció en todo el mundo. Porque, aunque no lo crean, hay sitios donde no se nos conoce. Y estuvimos más cerca de lo que muchos creen, especialmente en 2012. Dejamos fuera a dos ciudades ‘pequeñitas’: Moscú y Nueva York. Luego luchamos contra París y Londres. Si alguna de esas dos hubiese quedado fuera en la primera votación, los segundos sufragios hubiesen ido a nosotros. París y Londres estaban en guerra...
—¿Por qué insistieron contra la teoría no escrita de la rotación de continentes?
—Teníamos que luchar. Sabíamos que eso iba a pesar, pero no renunciamos. Y en Copenhague hicimos un discurso rompedor en el que convencimos al COI de que Madrid y Londres estaban más lejos que Londres y Chicago: representaban el mismo mundo anglosajón. Nosotros éramos otro mundo. Y descartamos a Chicago, con los Obama...
—Les sorprendería a ustedes mismos…
—Días antes de Copenhague empezó a correr el rumor de que iba a llegar Obama, que acababa de ser elegido primer presidente negro de Estados Unidos. Era un boom, estaba en la cima de la popularidad. Y nos dijimos: si viene Obama estamos muertos. Primero apareció su mujer, Michelle. Y tuvo una recordada recepción con miembros del COI. Ella pensó ahí que había ganado los Juegos. Y además apareció Obama. Pues a la primera, fuera.
—Y luego...
—El mapa del mundo fue demoledor. La candidatura de Río iluminó con puntitos las ciudades que habían organizado unos Juegos. Europa brillaba, Sudamérica aparecía apagada. Fue aplastante. Y caímos, pero sembramos.
—¿Para 2020?
—Yo diría que Madrid 2016 va a ganar ahora, en Buenos Aires. Será el momento de sacarle rendimiento al esfuerzo que hizo para entonces.
—Estos Juegos se venden como los de austeridad, pero beben mucho de la inversión que se hizo anteriormente. Ustedes recibieron las críticas por ese impulso económico.
—Hay dos teorías. Una afirma que las ciudades con más garantías tienen una valoración positiva. Otra, que los Juegos deben ir a aquellas ciudades que consigan cambiar más su morfología. Ahora sería difícil acometer proyectos que se han convertido en activos para Madrid. El trabajo fue enorme.
—Con Madrid patas arriba, la ciudadanía estaba de uñas entonces...
—Los que entonces nos querían ‘matar’ nos decían luego: gracias por lo que habéis hecho. Si uno se acerca por la carretera nacional que iba a Extremadura, la gente hoy pasea donde antes sólo había coches y asfalto. El conjunto de la ciudad ganó un espacio. Que hay que gastarse dinero, pues sí. Es la parte negativa. Nos endeudamos. Pero trajimos el Mundial de Judo, el Master de Madrid que a nivel de audiencias fue fenomenal. Hicimos 103 campos de fútbol base en los que no juega Cristiano, juegan los madrileños… Y un dato más que a veces se olvida.
—Diga.
—Para 2016, la inversión privada fue superior a la pública. Eso nos empujó a repetir.
—A Alberto Ruiz Gallardón se le vio afectadísimo en aquellas dos derrotas…
—Alberto fue el único alcalde que acudió a todos los eventos en los que estaba permitido relacionarse con los miembros del COI. Se vació. Llegó ir a Nueva Zelanda para estar horas. Viajó por África, América, todo el mundo. Para 2016, cuando nos presentamos por segunda vez, todos le conocían por su nombre. Y esa persistencia, esa fe de Madrid, pesará esta vez.
—¿El peor momento de aquellos días de elección?
—Volvíamos tristes en el avión de Singapur. Nunca olvidaré cómo perdimos por un error en un voto del miembro del COI. Vi casi llorando a Alberto Ruiz Gallardón, a Juan Antonio Samaranch… También estábamos tristes por la pregunta de Alberto de Mónaco sobre la seguridad. Y, bajándonos del avión, nos enteramos de los atentados de Londres, que terminaba de ser ciudad elegida. Habíamos estado viendo a los miembros de su candidatura celebrando una victoria y, horas después, la ciudad había sido golpeada. Nadie está a salvo pero nos tocó a nosotros. Mucho tiempo después, Samaranch padre me decía: aún no lo puedo entender, aún no lo puedo entender.
—¿No echa de menos más caras conocidas del deporte en esta carrera de 2020?
—Puedo hablar de lo que nosotros hicimos y de alguien que me impresionó: Raúl. Intervino en las dos ocasiones y fue increíble la disciplina que demostró. A veces se habla de lo díscolos que son los futbolistas… Raúl fue ejemplar.
—¿Le piden opinión?
—Hablo con Ana Botella, que ya estuvo en la candidatura de 2016 y que maneja todos los informes que tuvimos, así que si ganamos me sentiré partícipe porque me siento representado por Ana Botella. Los miembros del COI saben todo de nosotros y nosotros lo sabemos todos de ellos. Y eso es bueno. Creo que somos los mejores otra vez…
—Pues asusta ser la mejor, porque nunca gana….
—Esta es una candidatura razonable y nos darán los Juegos. Y supondría algo más, algo muy grande a nivel anímico y psicológico. Un poco de autoestima: de respirar hondo, de unirse, de salir de la crisis. Tenemos infraestructuras y fe. Los madrileños vivirían los Juegos como nadie.
—¿Como Barcelona?
—Barcelona cambió la percepción de España en el mundo. Afectó a todos. El producto de una fábrica de tornillos de Jaén, aunque en ningún rincón de Estados Unidos supiesen dónde estaba Jaén, llevaba el sello de Barcelona, de que España sabía hacer las cosas. Fue espectacular, nos colocó en la modernidad.
—Se habla de un apoyo a la candidatura del 81 por ciento pero si uno atiende a las redes sociales, duda.
—Siempre lo he dicho. Se oye más al discrepante. Nadie escribe por ahí: ‘yo quiero los Juegos para Madrid’. Porque parece lo más normal. Lo escribe, lo dice y lo protesta el que no lo quiere.
—Nos vemos los mejores, pero las encuestas aún ponen última a Madrid…
—Para las elecciones se hacen encuestas y no son exactas. Pues imaginen este tipo de sondeo. Aquí, o se hace una encuesta a los cien miembros del COI o no vale para nada. Un miembro del COI es impredecible. Puede ser atleta y votar el estadio de atletismo que más le guste. Imagine a Antonius Geesink, que fue miembro del COI y tristemente falleció (en 2010). Si Gessink viviese es fácil pensar que hubiese votado a Tokio: allí ganó el oro en judo, fue el primer no japonés en ganarlo. Imagino que algo sentimental le hubiera empujado a votar a Tokio. Un miembro del COI es incontrolable.
—¿Si no sale Madrid ganadora hay que parar ya?
—Aconsejaría hacer lo mismo que hicimos nosotros. Darse un plazo prudencial de un año, decidir con calma. Veremos. Nosotros decidimos seguir adelante porque creíamos que sembraríamos y así lo pienso hoy. Ojalá, para empezar, que no se produzca. Pero si hay malas noticias, habrá que atacar las decisiones.
—¿Viajará a recordar viejas experiencias?
—No hago falta. Lo veré aquí y con muchos nervios. España necesita un estímulo, estos Juegos. Toda la suerte.