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Juegos Paralímpicos | La campeona regresa hoy

"Ganar con mi hijo en la grada fue lo máximo"

Teresa Perales se trae seis medallas de Londres

Actualizado a
<b>EL ORO ANSIADO. </b>La victoria se resistió hasta el último día, el sábado, en sus queridos 100 braza.
efe

Teresa Perales llegó a Londres como abanderada y regresa hoy bañada en seis medallas (un oro, tres platas y dos bronces), que elevan a 22 el total de su carrera. Culminó la hazaña el sábado con una victoria en los 100 braza: "Sentía que se me escapaba el oro... era la última ocasión y mi prueba favorita". Lo logró. Regresa hoy a España consagrada: "En Londres me ha pasado de todo y todo bueno", dice.

Seis pruebas individuales, seis medallas: una más que en Pekín. A los 36 años, Perales ha coronado su memorable carrera, que no da por cerrada: "Faltan cuatro años para Río, pero no lo descarto. Ahora pienso en el Mundial de Canadá de 2013". Empezó a nadar, como parte de su rehabilitación, cuando a los 19 años un contagio de tuberculosis derivó en una neuropatía y la paraplejia. El entrenador Ramiro Duce la animó a competir. Su progresión y un lema de vida (Querer es poder) la llevarían a Sydney. Los ciclos olímpicos la han marcado. A la vuelta de Australia conoció a Mariano Menor, productor de televisión con el que escribió Mi vida sobre ruedas, su biografía. Tras Atenas, él le pidió matrimonio en una cena en el restaurante Jules Verne de la torre Eiffel. El día de su boda, Teresa caminó hasta el altar con las piernas encajadas en unas prótesis. Le había costado meses de entrenamiento. En 2003 asumió un escaño autonómico por el Partido Aragonés: dirigió la Oficina de Atención a la Dependencia y presidió las juventudes del partido. Después de Pekín afrontó su último gran anhelo: ser madre. En 2010 nació Nano: "Nadar con él en las gradas ha sido lo máximo".

Teresa Perales, la niña que soñaba con ser misionera y que perdió a los 15 años a su padre, ejerce como fisioterapeuta y le gustaría ser embajadora de Naciones Unidas. Y acaba de ser reelegida representante de deportistas en el Comité Paralímpico Internacional. Ha viajado al desierto, escalado sus dunas, buceado el fondo del mar, corrido un rally y subido en cien podios. "Yo he tenido que subir tres pisos de culo en un edificio sin ascensor para dar una sesión de fisioterapia. Y feliz", dice. ¿Campeona? Eso sí que es ganar.