Javier Hernández
"Mis medallas son ir a los Juegos y competir"
Javier Hernández nació sin brazos, pero con una voluntad y una capacidad para competir formidables. Estudió y fue periodista deportivo. En 2009 comenzó a nadar: mañana, el zaragozano vuela a Londres para los Juegos Paralímpicos.
Usted empezó a nadar en febrero de 2009. ¿En qué momento los Juegos aparecieron como un objetivo?
La expectativa inicial no era otra que probar a nadar y ver hasta dónde podía progresar, si es que podía. Con 30 años cumplidos y sin haber llevado una vida de deportista, el margen de mejora era amplio, pero no lo podíamos calcular. Ese mes de junio fui al primer campeonato de España en Cádiz.
¿Le parecía inalcanzable?
Siempre pensé que, si no me estancaba, tenía que seguir adelante: no había tiempo para dudar, era una carrera contrarreloj. Seguí yendo a campeonatos y mejorando mis tiempos. A entrenar cada vez más, afrontar retos progresivos. Íbamos viendo que no tocaba techo y que había margen, que bajaban las marcas, así que fuimos a por ello. A partir de marzo de 2011 me metí al cien por cien a por Londres.
Pero había que lograr unas marcas mínimas para ir.
Con Quique Ruiz, mi entrenador, hicimos una preparación específica para lograrlas en el campeonato de España de marzo. Las que hice eran B y no clasificaban directamente, pero tenían peso como para valer. Eso nos permitió preparar Londres desde marzo. En Berlín, en junio, hice mis mejores marcas en 50 braza y espalda; y en el estilos, la segunda. Eso me animó porque, sin estar fino, me tiré cuatro veces al agua e hice tres mejores y una segunda mejor marca.
¿Mejorables en Londres?
En estos dos meses tengo que haber progresado algo físicamente. Y hemos trabajado mucho también en las salidas, los virajes y en el nado. En cada giro puedes ganar un segundo o segundo y medio. A lo largo de un 150 estilos es un tiempo apreciable.
¿Se ha estudiado las pruebas, la estrategia?
No he estudiado a los rivales. Creo que la medalla en el 150 estilos estará sobre 3:09. Si el de 3:09 no baja mucho, supongo que me ganará, pero lo tendré a tiro. En realidad, llevo tan poco tiempo que las pruebas las descubro al momento, cada día intentamos cosas nuevas en la técnica o en la forma de atacar una carrera. Hay muchos detalles: por ejemplo, mi último estilo es el más lento y complicado, por eso a quien lo vea le puede parecer que me da una pájara. Pero es que los demás nadan patada de crol y yo no la tengo: yo hago patada de braza y la cabeza la saco a los lados, como en un crol. Todo eso cuenta. Y las sensaciones el día que compites, desde luego.
"Las medallas no las regalan en el Mercadona", dice usted mismo en privado...
Jajaja, no, no... Ir a los Juegos supone estar entre los 16 mejores del mundo: en nada a lo que yo me haya dedicado o me vaya a dedicar lograré estar entre los 16 mejores. Y menos en un plazo tan corto. Las medallas no dependen de mí: si yo dominara la prueba... En muy alto porcentaje dependen de que la gente que tengo por delante esté mal. Y luego, yo tengo que estar muy bien. Además, en el deporte paralímpico la medición que se hace de las discapacidades, que es muy ajustada y científica, determina mucho las cosas. En una misma categoría hay muchísimas décimas de diferencia, por decirlo de un modo gráfico. Así que mis medallas son haber ido a los Juegos. Eso sí, voy a competir lo mejor posible, para bajar tiempos, pelear y cerrar este círculo como es debido.
¿Y la experiencia íntima?
Para un periodista deportivo cubrir unos Juegos es la referencia máxima. Yo lo pensaba cuando estudié la carrera y ahora me veo de este otro lado... Para mí todo ha sido nuevo, no sólo Londres; los entrenamientos, las concentraciones. Todo. Y he querido estar a la altura. He tratado de ser impermeable a todo lo que esto supone; no he querido ni plantearme a dónde voy o lo que me espera. Porque si lo hago, igual me ahogo, literalmente. Esto lo voy a vivir una vez en la vida y pienso disfrutarlo. Quiero que las pulsaciones me suban por el esfuerzo, no por la tensión.