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Rugby | Inglaterra 17 - Francia 9

Al infierno con Francia

La devastadora delantera inglesa castigó la mezquindad gala

<b>LE CRUNCH 2011. </b>El clásico Inglaterra-Francia ofreció imágenes espectaculares protagonizadas por Trihn-Duc, Haskell, Wilkinson, Fodden o Deacon.
afp / reuters

Avisó en la previa Brian Smith: "Será como descender a los infiernos a librar la madre de todas las batallas". No exageró un ápice. Fue un infierno. Especialmente para una Francia vulgarizada por Laporte y su delfín Lievremont, que ha perdido su seña: el flair. El talento. ¡Ni una ruptura del intervalo! Nueve puntos, tres golpes. ¡Cero en la segunda mitad!

Y también fue la madre de las batallas. Uno de esos partidos en los que juegan dos equipos y gana un ejército. Inglaterra venía avalada por la pegada de Ashton y la efervescencia de Youngs y Flood. Pero es en las grandes batallas donde se ganan los galones. Y Francia les neutralizó ayer. Además, Sheridan, jefe del pack inglés, se lesionó pronto. Sin embargo, su 1ª línea apretó los dientes (descomunal Cole) y la 2ª y 3ª tiraron de riñones. Allí se jugaría el partido. Abajo, donde los puñetazos no tienen dueño ni destino y el sudor se tiñe de rojo. El talento delegó en el trabajo y Palmer y compañía cumplieron una ley no escrita ("los delanteros no hablan jamás del rival, le pegan"), tras escuchar las provocaciones de los gordos franceses. Al descanso, Francia sentía que la deriva del partido le era favorable. 9-9, Inglaterra estaba sonada.

Se reanudó el combate con un error de Yachvili, mariscal galo, al que Deacon tapó una patada. En el ruck, Flood esperó pacientemente a que se acomodara en defensa la infantería (delantera) rival. Y cuando los tuvo enfrente, gritó y echó a correr a la zona sin mastodontes junto a su caballería (tres cuartos). Crearon superioridad y la coronó ensayando Fodden. Conquista que vale más que las seis previas de Ashton.

Francia ofrece síntomas de equipo menor: error, ensayo encajado (van siete). No tiene defensa: ni el equipo, ni el entrenador. Del champagne a la gaseosa. Rougerie rozó el ensayo, pero Le Crunch concluyó con Wilkinson como máximo anotador de la historia: 1.190 puntos. Él que siempre ha regresado victorioso del infierno de las lesiones. Ganó la mefistofélica Inglaterra, un ejército al que sólo le resta una batalla para ganar la guerra: el infierno de Dublín.