La noche que Francia perdió a D'Artagnan

Frederic Michalak nunca volvió a ser el mismo desde entonces. Han pasado cuatro largos años desde aquella noche de noviembre de 2003 y dentro de unas semanas Fred cerrará su taller de pintura en Toulouse, cogerá sus óleos y se marchará muy lejos. Se muda a África, concretamente a Durban, a jugar en los Sharks. Allí podrá rastrear las raíces norteafricanas de su familia. Y de paso tomará distancia con el rugby francés, que no ha sabido entender su juego, su idiosincrasia. "Michalak nació veinte años tarde. Su sitio estaba junto a Sella, Blanco y Lagisquet. Habría sido el cuarto mosquetero, el D'Artagnan del rugby", apunta Jean Pierre Rives, escultor y jugador icono del romanticismo rugbístico galo.

Cuentan las crónicas que amaneció una noche europea en Sydney, pero debían haber especificado que la noche fue inglesa, una de esas de perros típica de Newcastle en las que Wilkinson pasaba horas pateando en el viejo campo de Darsley Park. Lluvia, viento... Malas noticias para el sensible juego a la mano francés. Wilko pasó su primer drop a los nueve minutos y repitió en el 38 y el 58. A eso le sumó cinco golpes de castigo, mientras Michalak apenas fue capaz de convertir la patada tras el ensayo de Betsen. Laporte sustituyó al mosquetero, muchos sostienen que lo sacrificó, en el minuto 64. Tenía 21 años y desde entonces no ha vuelto a sonreír. El partido concluyó con triunfo inglés (24-7). Wilkinson ganó su duelo a Michalak y Laporte acabó de enterrar a Fred en la sala de prensa: "Hemos cometido muchos errores, especialmente Frederic". Minutos después Michalak saltó al campo ataviado con una toalla. Su amigo el vasco Imanol Harinordoquy acudió a consolarle con la excusa de compartir una cerveza (imagen superior) y durante medio hora deambularon por el Telstra Stadium. Fue la última vez que el rugby vio a D'Artagnan en acción.