Jordi Font rozó la medalla con un hombro dislocado

El hombro izquierdo con un vendaje. Dos días antes se lo había dislocado en un entrenamiento. A las tres de la tarde, el barcelonés disputaba la final olímpica de boardercross (descenso de cuatro en tablas de snowboard). Cometió un error en un peralte y se cayó, pero la hazaña ya estaba hecha. Font terminó cuarto con un brazo inhabilitado.

La grandeza del deporte se basa en la épica, en gestos y gestas similares. Font estaba gafado, pero su orgullo pudo más que el dolor y el caos de la T-4 de Barajas. Allí perdieron sus maletas y su tabla de snowboard el 6 de febrero. Durante tres días, recorrió los 100 kilómetros que separan Bardonecchia de Turín para buscarlas. Mientras, sus rivales se entrenaban.

El pasado martes un tuerto volvió a mirar Font y lo dejó manco. Un competidor se le cayó encima. Resultado: Luxación de hombro. Los médicos le aconsejaron reposo el miércoles, pero Jordi pidió que le pusieran un vendaje. Se encaminó a la pista y realizó cuatro bajadas. "Ha sido una pesadilla, pero ha tenido un final feliz", afirmaba ayer su mujer, Patricia Moya.

La pesadilla acabó con un diploma y con la tercera mejor clasificación española de la historia en unos Juegos de Invierno, empatando el cuarto conquistado en Cortina d'Ampezzo en 1960 por Vicente Sartorius y Alfonso Cabeza de Vaca, Marqués de Portazgo, en bobsleigh a dos. Sólo le han podido superar los hermanos Fernández Ochoa con el oro de Paco en Sapporo 1972 y el bronce de Blanca en 1992. Es el triunfo del orgullo.

Jordi Font "He controlado el dolor con la mente"

En estos Juegos me ha pasado de todo. Perdí las maletas el primer día, luego se me salió el hombro Me aconsejaron reposo, pero decidí luchar hasta el final y ahí está el resultado. No me ha molestado, porque cuando estás en tensión, el dolor lo controlas con la mente y con algún analgésico. Pero sí me ha perjudicado en las salidas, donde siempre empezaba atrás y luego tenía que remontar".