El mejor resultado posible
Tras la marea llegó la calma. Después del irregular comienzo de la eliminatoria, Rafa Nadal y Juan Carlos Ferrero hicieron buenos los pronósticos que apuntaba la lógica y acabaron a raquetazo limpio en la última jornada con la débil oposición de Andreas Seppi y Daniele Bracciali respectivamente. Dos puntos que permiten al equipo español mantenerse en el grupo de los elegidos y volver a tratar de conquistar la Davis en el 2006.
El manacorí lo hizo sin brillo pero con el oficio que le convierte en uno de los rivales más temibles del circuito, por consistencia y resistencia física. Por galones. El valenciano con la rabia de quien reconoce haber cometido un error a destiempo de otra manera no puede leerse el patinazo ante Seppi, por más que el transalpino sacara lo mejor de sí mismo-, desde la permanente lucha contra sí mismo que mantiene desde que se desplomara con estrépito de la primera posición mundial.
Hizo muy bien el G-2 al volver a confiar en Ferrero, al que hace tiempo que sólo le falta encontrar su autoestima. Haber confiado el punto decisivo en David Ferrer hubiera supuesto cargar de una presión desmedida a un debutante en esta competición y señalar a Ferrero, el héroe de la primera Copa Davis del tenis español, como culpable de una situación de la que no ha sido partícipe. Porque España volverá a necesitarlo en el futuro si quiere disputar alguna que otra final más en los próximos años van tres en el último lustro- y porque él no estuvo presente en la debacle de Bratislava, donde comenzó todo.
Jordi Arrese y Juan Bautista Avendaño han sabido eludir una situación peliaguda, evitar un cáncer innecesario en el seno del mejor equipo en la historia del tenis español. Algo sumamente complicado en un deporte individual y que condena a quien lo padece a quedarse sin premio -echen un ojo si no a los resultados de Argentina y su legión de talentos-. Ferrero hizo el resto y España se llevó de Torre del Greco el mejor resultado posible.