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Ciclismo | Vuelta a España

La dulce sentencia

Nadie discute el triunfo de Heras y sólo queda luchar por etapas.

Actualizado a
Heras
reportaje gráfico david sánchez

No es sólo que Heras se sienta ganador, es que los demás se sienten perdedores. Es esa conjunción la que hace que la Vuelta esté doblemente sentenciada y por eso camino de Madrid no nos queda más que descubrir a los vencedores de etapa (Petacchi hoy y otros mañana) y saber quiénes serán segundo y tercero, Menchov o Sastre, ahora separados por sólo 20 segundos. Como toda rotunda afirmación se resquebraja en el mismo instante de pronunciarla habrá que soñar con una fuga bidón o un inesperado ataque en Serranillos que nos devuelva la emoción que también creíamos perdida después de los Lagos.

Así están las cosas, tan aparentemente claras que todos miran ya al futuro, a excepción de Menchov, que sigue rumiando su triste pasado. Se encuentra tan hundido que bien podríamos llamarle Menchof. El ruso reniega de su equipo, de su director, de los quesos de bola y hasta de Radio Vuelta, por no avisar que dos ciclistas del Liberty se habían descolgado para esperar a Heras. Curioso. A Menchov no le escamó que cuatro ciclistas de ese equipo circularan por delante, pero le parece definitivo que no le dijeran que estaban esperando a su líder. A lo mejor pensaba que le hacían la carrera a Caruso. Es lógico que permanezca en estado de shock, aunque si la conmoción persiste el irreductible Mancebo podría plantearse el asalto a la tercera plaza.

Guerrero.

Vayamos con Mancebo, ya que sale a colación. Ayer aprovechó el día de descanso para disfrutar de su hija, la pequeña Paula, que nació el 7 de julio mientras su padre disputaba el Tour. La primera vez que la vio fue en un ordenador. Lo cierto es que la vida del ciclista es muchas veces como la del marino mercante, vuelves a casa y encuentras nuevos habitantes, en este caso bienvenidos. Mancebo, como no podía ser de otra forma, dedicó a la pequeña su gran triunfo en Ordino Arcalís y no es descartable que le dedique otro en la sierra abulense o tal vez en la madrileña.

En esas sierras se moverá también Carlos Sastre, el único enemigo al que todavía considera el Liberty, si es que todavía considera a alguno. Sastre es un atacante puro y, al igual que le ocurre a Mancebo, sólo le faltan cinco centímetros para la gloria definitiva. Por cierto, en Pajares su equipo se equivocó casi tanto como el de Menchov. O las formaciones extranjeras no creen en la Vuelta o no creen en sus líderes españoles.

La paradoja.

Y llegamos a Heras o volvemos a él. L'Equipe plasmó ayer en su edición digital el pensamiento que a todos nos asalta: "La paradoja de Heras". "Profeta en su tierra y 45º en el Tour, a 1h 38:33 de Armstrong". Sáiz ya admite que a su pupilo le vendría bien ganar una gran carrera extranjera y yo añado que a él también le vendría de perlas.

La imagen de ambos es, por decirlo de algún modo impreciso, demasiado casera. Heras disputará el Giro del próximo año y según acabe, el Tour o la Vuelta. Debería ser el Tour: sin Armstrong en liza (si es que no vuelve para cachetearnos) es el mejor escalador del pelotón internacional, pese a sus 31 años.

Respecto a la resistencia de algunos críticos a reconocer a los méritos de Sáiz en la etapa de Pajares debo mostrar mi más absoluto desacuerdo. El director del Liberty tuvo el acierto de mantener la motivación del grupo, de su líder y colocar a cuatro ciclistas por delante. Otra cosa son sus problemas para mantener ese protagonismo en otras carreras, especialmente en el Tour, rasero que todo lo mide.

El pelotón viajará hoy de León a Valladolid y la carrera podría sufrir la amenaza del viento de costado, aunque sugiere mi gurú Magallón que no hay abanicos desde Estrellita Castro. Pasada la lógica euforia, el escepticismo vuelve a inundarnos. Que gane un Relax, pronto.