Ciclismo | Dopaje
Armstrong, acusado por su ex masajista
Emma OReilly le daba masaje cuando Lance le comentó que tenía 41 de hematocrito. ¿Qué vas a hacer? Voy a hacer lo que todos los demás.
Pierre Ballester, ex periodista de LEquipe que ha cubierto diez Tours de Francia, y David Walsh, reportero del Sunday Tomes de Londres, elegido periodista deportivo británico del año en 2003, han investigado entre los bastidores de los éxitos de Armstrong. Los dos autores han recogido varias confesiones, entre ellas la más turbadora, de Emma OReilly, que fue la masajista personal del pentavencedor del Tour. Vive en Cheshire (Inglaterra). Es irlandesa, era electricista, se reconvirtió en masajista y entró a trabajar con Armstrong tras su primer triunfo en el Tour y estuvo con él durante tres años y medio. Ella lo ha visto todo, pero como los demás, estaba obligada a la omertá. Ahora está dispuesta a romper esa ley del silencio, recogen los autores en la presentación del libro. Éste ya ha sido puesto a la venta en Francia, cuesta 20 euros y contiene 384 páginas.
Una bolsa de jeringuillas
La masajista irlandesa revela que en 1998, tras una Vuelta a Holanda en la que Armstrong quedó cuarto, le llevó al aeropuerto y allí el estadounidense le dio una bolsa cuidadosamente envuelta que contenía jeringuillas usadas de las que el ciclista no había podido deshacerse. La anécdota es que la policía detuvo luego en la carretera a Emma OReally por exceso de velocidad, pero no vieron las jeringuillas.
Amenazas a Lemond
Armstrong y Greg Lemond, triple vencedor del Tour (1986, 89 y 90) y único estadounidense que lo ha conseguido, junto a Lance, tuvieron una conversación telefónica (1-8-2001) tras unas declaraciones de Lemond en el Sunday Times en las que mostraba su poca estima hacia el doctor Ferrari.
Lance Armstrong: Greg, pensaba que éramos amigos.
Greg Lemond: Yo también.
L. A.: ¿Porqué has dicho eso?
G. L.: ¿Sobre Ferrari? Hay algo que no me va de él. Y me decepciona que tu trates con él. Tengo un problema con este tipo y con todos los médicos que son de su especie. Mi carrera se vio acortada, he visto morir a un compañero, he visto a corredores limpios ser destruidos y obligados a renunciar a su carrera. No me gusta en lo que se ha transformado nuestro deporte.
L. A.: ¡Venga!, igual me dices que nunca has tomado EPO.
G. L.: ¿Por qué piensas que yo he tomado EPO?
L. A.: ¡Vamos!, todo el mundo toma EPO. Tu regreso en 1989 (ganó el Tour tras más de un año lesionado) fue espectacular. El mío fue un milagro; el tuyo, otro. Tu no podías estar tan fuerte en 1989 si no utilizabas EPO.
G. L.: Escucha, gané el Tour de Francia antes de que la EPO apareciese. Además, mi tasa de hematocrito nunca ha sobrepasado de 45. Ocurre que yo tengo un VO2 (capacidad respiratoria) máxima de 95, mientras que tú la tienes de 82. Dame el nombre de una sola persona que diga que yo he tomado EPO.
L. A.: Todo el mundo lo sabe.
G. L.: ¿Me amenazas?
L. A.: Si quieres guerra, la tendrás. Encontraré al menos diez personas que digan que has tomado EPO. Diez testimonios.
G. L.: Puedo exhibir todos mis parámetros sanguíneos que prueban que mi tasa de hematocrito nunca ha sido superior a 45.
L. A.: Creía que había respeto entre nosotros.
G. L.: Escucha Lance, he intentado advertirte sobre Ferrari. El proceso de este tipo se va a abrir en septiembre (de 2001). Lo que él hizo en los años noventa ha cambiado a todos los corredores. Deberías tomar tus distancias con respecto a él.
A España, por medicamentos
En mayo de 1999, durante una concentración en los Pirineos franceses, Armstrong pidió a Emma OReilly que viajara hasta Piles, en Girona, sede española del equipo para traerle unos medicamentos. La masajista viajó con su esposo, Simon Lilistone, a quien no debía decir nada, le advirtió Armstrong. Tras un viaje de cinco horas en un coche alquilado, llegó a Piles donde Johan Bruyneel, director deportivo del equipo, le dio discretamente un un bote de comprimidos. Era redondo, entre diez y doce centímetros. Se podían ver las pastillas blancas a través del plastico marrón. Habría un par de docenas de ellas, cuenta OReilly.
Positivo en el Tour de 1999
En el libro también se desvela que Armstrong tuvo un control positivo en el primer Tour que ganó (1999). Le encontraron triamcinolone acetonide, un corticoide de sintético que en ningún caso puede emanar de una secreción natural. Armstrong había firmado además en el control que no había tomado ningún medicamento. Emma OReily cuenta que hubo un gran revuelo entre los dirgentes del US Postal, quienes decidieron que todos debían contar la misma historia: Armstrong había sufrido una dermatitis alérgica en en el perineo y había tomado una pomada de corticiodes.
Voy a hacer lo que todos
Durante el Dauphiné Liberé de 1999, mientras el estaba haciendo un masaje, Armstrog le contó a Emma OReilly que tenía la tasa de hematocrito en sólo 41%. Pero es terrible. ¿Qué vas a hacer?, le dijo la masajista. Emma tu sabes que voy a hacer, haré lo que todo el mundo hace, respondió Armstrong.
Maquillaje en los pinchazos
En vísperas del Tour de 1999, Armstrong tenía que pasar por el control médico, pero antes le pidió a su masajista que le diera algo de maquillaje en los brazos para que no se notaran los hematomas que le habían ocasionado los pinchazos de las agujas. Su masajista compró un tinte para que dichos hematomas pasaran desapercibidos.
Su relación con Ferrari
Según el libro, la relación de Armstrong con el doctor italiano Michele Ferrari comienza en enero de 1996, pocas semanas después de recibir la última sesión de quimioterapia con las que superó el cáncer. La fecha consta en la investigación policial italiana en el caso abierto contra Ferrari, así como otras visitas que Armstrong le hizo en Italia. El campeón americano no oculta su relación con el doctor italiano y en su libro Cada segundo cuenta, le defiende: Michele Ferrari es mi amigo y a veces voy a verle porque me aconseja sobre mis entrenamientos. Le considero un hombre honesto y es inocente mientras un tribunal no le condene. Emma OReailly cuenta en el libro que Armstrong, Livingston y Hamilton le compraron a Ferrari un Rolex tras terminar el Tour de l año 2000.