Cuarenta años de biografía madridista

Lo que es la vida. A partir del próximo 11 de junio, Florentino responderá así cuando un periodista le pida información sobre los fichajes de Totti, Del Horno o Xabi Alonso: "Eso pregúnteselo a Emilio Butragueño...". El nuevo director general deportivo sigue escalando posiciones en el Club que le ha amamantado desde que vio la luz el 22 de julio de 1963. Una familia de madridistas de raza encabezada por Don Emilio, que hizo socio a su pequeño desde que supo dar sus primeros pasos. Emilín siempre vivió obsesionado por una pelota de cuero. Amagó con ser un buen base de baloncesto dada su baja estatura (1,68 metros), pero su frialdad en el área y su asombroso dominio del balón en espacios cortos lo convirtieron en un futbolista diferente, especial, carismático...

Con 18 años (una edad tardía para un futbolista de élite), fue rechazado en una primera prueba con su querido Real Madrid. El Atlético se enteró, llegó a hacerle jugar un amistoso en el campo de Ernesto Cotorruelo, en Carabanchel, y la rápida reacción de Juan Gea (técnico del Real Madrid Aficionado) permitió que el 15 de agosto de 1981 entrara en el Club en el que iba a convertirse en un mito.

Luna de miel. A partir de ahí la relación entre el Buitre (apodo que le puso el periodista Julio César Iglesias) y el Real Madrid fue principesca, casi de cuento de hadas. Su debut en Cádiz (5-2-1984) quedará en nuestras retinas para los restos. Dos goles a Cedrún que dieron una victoria agónica y Di Stéfano, en el banquillo, convencido de que "ese chico tiene un don especial. Llegará donde quiera". Después llegó su famoso hat-trick al Anderlecht, profetizado por Amancio Amaro, otro 7 de ensueño. Emilio lideró la famosa Quinta del Buitre que vino al rescate para acabar con un período sombrío de talentos y escaso de títulos. Un Madrid en el que los héroes eran Camacho (curioso), Juanito, Stielike y Santillana. Pero los chicos de la Quinta revolucionaron el fútbol español, ganaron cinco Ligas seguidas e inventaron un estilo. Dentro y fuera del campo.

Su condición de jugador legendario creció enteros tras ser aclamado en La Cibeles por miles de españoles bajo el grito: "Oa, oa, oa, Butragueño a La Moncloa". A partir de 1990 llegó su declive físico y se consumó el regreso de Jorge Valdano como técnico tras las dos Ligas perdidas en Tenerife. Su tutor personal tuvo el valor de adelantar su marcha del Madrid por la irrupción imparable de un niño llamado Raúl. Nueve años después Valdano y Butragueño han visto intercambiados sus papeles...

Butragueño tuvo un paso efímero por el Consejo Superior de Deportes (asesor de los deportistas de élite) y Valdano lo recuperó para el Real Madrid el 15 de enero de 2001. Emilio ya es Don Emilio. Director General Deportivo. Con mayúsculas.