Yo digo J. J. Santos

Natural y transparente

J.J.Santos
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La primera vez que le entrevisté como técnico, a principios de los 90, acudió afónico al estudio de radio. Empezaba en el Rayo. El pasado martes, en la tele, me encontré un Camacho mucho más maduro, menos vehemente, pero igual de sincero. En torno a él se está escribiendo una leyenda falsa. No es duro con los jugadores, ni saca el látigo. Lo contrario. Es de la escuela de Luis Aragonés. Defiende a muerte al futbolista. Tras una dolorosa derrota se lió a voces porque no le gustaba ver a los suyos con la cabeza baja. Lo arregló pagando una comida. En la Selección organizó aquella famosa capea porque había que romper la cansina concentración. Camacho siempre está con el vestuario y lejos de los despachos.

Otros le tachan de bruto. Se confunde naturalidad con tozudez. A Camacho no le fichan para dar discursitos. Le fichan para que gane. Para conseguir el objetivo no recurre al tópico de que le echen huevos. Estudia si el portero contrario saca hacia la derecha o hacia la izquierda. Trabaja de forma individual, por líneas, en grupo. Lleva años utilizando la informática. Años analizando cómo trabajan otros técnicos en Inglaterra o Italia. ¿Que grita mucho y gesticula? Por supuesto. Es que los entrenadores también pueden ganar partidos desde ahí. Sabe meter presión a los árbitros, estimular al que acaba de fallar o desenmascarar al que se está escaqueando. Ese es Camacho.

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