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No se trata de emplear mano dura aunque, desde luego, tampoco blanda. Se trata de que cada parte cumpla con las normas que ha aceptado al firmar el contrato. El jugador que deliberadamente incumple las que dicta el Club, dentro (incluyendo entrenamientos) y fuera del mismo, se convierte en un virus contagioso en el vestuario; y si al principio su clase y simpatía producen cierta tolerancia, al final el virus cumple con su misión: afectar al resto de compañeros e, incluso, a la propia institución. Además, sabido es que a una concesión le sigue otra mayor. Aunque a la hora de firmar el contrato es evidente y justo que no todos los jugadores son iguales, en cuanto al cumplimiento de las normas del Club sí lo son, y éste tiene que dejarlo muy claro desde el principio.

El entrenador, por muy firme, recto y justo que sea, si no tiene el apoyo incondicional del Club, adelantándose a dejar las cosas claras a los jugadores y aplicando la formativa sin vacilaciones, tiene gran parte del fracaso asegurado. Y si el Reglamento Interno, por alguna razón, ha tenido fallos o imprevisiones, debe ser rectificado automáticamente. Cuando Roberto Carlos dijo que para concentrarse en La Manga tenían que haber consultado a los jugadores, me quedé estupefacto. Por último, mostrar mi alegría por el fichaje de Camacho.

Ferrándiz es el técnico más laureado de la historia del Real Madrid