Cirujano Camacho

Cirujano Camacho

Estaba escrito lo que sucedería anoche en el Bernabéu. Estaba cantado que el Madrid acabaría goleado ante una Real plagada de bajas, que el Zaragoza ganaría al Barça para profundizar cruelmente en la herida, que esta plantilla iba a engrandecer su indignante récord sumando la quinta derrota consecutiva (¡cuarta en Chamartín!), que los Ultras Sur iban a pedir la marcha de Valdano, que Queiroz iba a morir matando abriendo otro frente en la portería al poner a César por Casillas (el extremeño se tragó los tres primeros remates que le llegaron), que el Bernabéu iba a estar medio vacío, que Pino Zamorano perjudicaría al Madrid, que mi padre se iba a quedar otra noche cabreado y sin cenar, que hasta el Puerta Bonita ganaría hoy día a este equipo en ruinas que se ha batido en retirada desde la traumática final de Montjuïc con el Zaragoza...

Puestos a vivir una catarsis, mejor que sea tocando fondo. Cuartos, despreciados por su afición, obligados a recortar sus vacaciones para jugar la eliminatoria previa de la Champions y machacados por la crítica. Lo que se merecen. Es imposible estar pletórico, explosivo y ambicioso si no entrenas durante la semana. El club debió suspender los dos días libres tras la derrota de Murcia. El capataz (Queiroz) quería irse quemando la casa, pero nadie detuvo al pirómano. Esto sólo lo arregla Camacho. Un madridista sin fisuras. Florentino, tu turno.