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La lección de Ronaldo

Nadie con sentido común puede negar la cruda evidencia. El Madrid cierra hoy el curso con el rostro desfigurado, el orgullo malherido y el prestigio torturado. Encuentro curiosas similitudes con lo acontecido ayer en la boda del siglo. Escenario perfecto (el Bernabéu no le envidia nada a La Almudena). Afición distinguida: tener a Ronaldo, Figo, Zidane, Raúl o Beckham es como ver pasear por la alfombra roja del Palacio Real a Carolina de Mónaco (¿dónde extravió a su marido mi princesa favorita?), la sublime Noor de Jordania o a la pareja noruega de moda (Haakon y Mette-Marit). Todo pintaba perfecto para el Madrid, como para nuestros futuros Reyes, pero la vida te pone a prueba siempre que cantas victoria prematuramente. Las dos horas en las que cayeron chuzos de punta sobre la capital me recordaron los dos meses de martirio que ha sufrido una afición carcomida por el dolor y el trébol de nunca jamás.

Pero hay que ser positivo. Igual que Felipe y Letizia vieron como al final aparecía el sol para saludar al pueblo, Ronaldo ha salido al rescate para alimentar la última sonrisa del madridismo. El pichichi de esta Liga (que nadie olvide sus exhibiciones hasta el mes de marzo) ha dado la cara y ha firmado un reconocimiento de culpa que lo dignifica: "No merecemos muchas vacaciones". Con un par, Ronie. Ése es el espíritu para el nuevo Madrid. Un consuelo.