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La venganza de los dioses de la tradición

Por supuesto, esta vez le tocó a Luis García, también un madridista desterrado. A él le tocó marcar los dos goles que sellan la cuarta derrota consecutiva del Madrid, algo sin precedentes en la historia de la Liga. A veces pienso que el modo en que se liquidó a Del Bosque fue un crimen tan vergonzoso contra los dioses de la tradición que éstos se vengan de una forma realmente cruel. Como si todos los desterrados recibieran una fuerza extraña, de origen sobrenatural, el día que juegan contra el Madrid. Como si algo se conjurara para hacer pagar aquel delito de lesa traición.

El caso es que el Madrid ha hecho tres puntos de los últimos dieciocho y que todos sus jugadores, excepto Figo, que encara su Eurocopa en magnífica forma, están muy por debajo de lo que valen. Particularmente los galácticos, irreconocibles todos. El librillo de Queiroz traía sólo dos renglones: Tú, Casillas, si te tiran diez para por lo menos nueve; tú, Ronaldo, si te damos tres mete por lo menos dos. Cuando Casillas dejó de parar y Ronaldo de marcar se apagó la luz. Y lo que ha quedado es un equipo sin orden táctico y sin respuesta física.Y además, perseguido por los dioses.

Fue un pecado de fatuidad que el Madrid ha pagado caro. Al menos ha servido para que al próximo entrenador ya no se le busque por el nudo de la corbata, incluso que no preocupe que grite por los sobacos. La cursilería le ha hecho mucho daño al Madrid. En su imagen, que ha resultado empalagosa y justifica los olés de una afición como la del Murcia, que nunca fue antimadridista, y en los resultados, campo en el que Queiroz deja algunos records negativos. La buena noticia para el Madrid es que Camacho, que acaba de ponerle el cascabel a ese gatazo que es el Oporto, está al llegar.