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Guti, Queiroz y los patos

Han transcurrido casi 48 horas desde que Guti volviese a sorprenderme. Esta vez para mal. Primera bravata. "Cuando las cosas van mal, yo siempre pago el pato. Es muy fácil decir: Guti, quédate en el banquillo". Mal Guti, mal. Te ha faltado autocrítica. Precisamente porque algunos creemos que eres un futbolista talentoso y creativo, es normal que se te pase factura cuando naufragas con estrépito ante el Zaragoza en la final de Copa (penalti infantil y expulsión incluida), el Mónaco (la noche que Europa vivió la Caída de los Dioses) y Osasuna (los navarros pasaron por delante de tus ojos como aviones). Guti, Queiroz tenía sus razones para sentarte y tú lo sabes. Además, te quejas de que "cuando el equipo gana, los elogios son para otros". Falso. Conozco a pocos jugadores que reciban tal catarata de loas cada vez que completan un partido brillante. Sabes que tienes una legión de defensores que han llegado a aseverar que Beckham, el mejor asistente de la Liga (11), "es muy inferior a ti".

Hasta tienes una ‘Peña Guti’ (formada por empleados del club y periodistas, entre los que me incluyo), honor del que no goza ni un solo galáctico. Guti, ya no eres un niño ni un rebelde que apuntaba a futbolista de lujo. Ya eres un tío de 27 años, casado, con dos hijos y una responsabilidad que debería hacerte reflexionar: segundo capitán del Madrid. Eso es mucho. Debes dignificar ese brazalete y sólo tú puedes cerrar la herida que has abierto por tu inmadurez. Guti, es lícito sublevarse contra la suplencia, pero no a costa de dañar la imagen del club. Hasta Queiroz, al que no regalo últimamente ni un solo piropo, te ha tenido que tirar de las orejas como un padre dolido: "Las opiniones de Guti valen lo que valen...".

Soy de los que creo que debes seguir en el Madrid. Sé que sientes estos colores y que te ha costado mucho llegar hasta aquí. Por eso debes serenarte, mirar hacia adelante con orgullo, disculparte ante tu entrenador y demostrarle al Bernabéu y al madridismo que, además de haber recuperado a un gran jugador, hemos ganado un hombre.