Se acabó el chau chau
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Llegó Samuel y se acabó la palabrería. Con la mejor intención, Jorge Valdano lleva dos semanas intentando convencer al mundo de que nada está perdido, que lo correcto es mandar un mensaje de optimismo. Era su obligación. En esas, aterriza un marciano al que le pegaron la patada en el culo para echarle de la galaxia y arma el taco. Etoo salió del Real Madrid muy dolido. Culpó directamente a Jorge Valdano, quizá de forma injusta, y se negó al baile de las cesiones porque siempre estuvo convencido de que él era muy bueno, vamos, que merecía estar en la foto. Es el exponente máximo de una curiosa rebelión de desahuciados. Mientras que otros, como Morientes o Munitis, gozaron de minutos y no los aprovecharon, Etoo nunca tuvo ni taquilla en el vestuario. Y eso, utilizando el lenguaje que más gusta al camerunés, debe joder mucho.
El Mallorca, con su capitán al frente, hizo trizas también el discurso vacuo a la vez que retorcido de Queiroz. El portugués, sin querer perder la elegancia, mandó un mensajito con mala uva el viernes. Venía a decir, sin decir, que menos hablar de sus sustitutos y más de la grandeza del club que dirige. Su atolondramiento táctico no beneficia mucho a esa grandeza. Se lo recordó el Bernabéu cuando el partido agonizaba y realizó un cambio tan absurdo como injusto, el de Portillo por Solari. Ahí reflejaba muchas de sus carencias. Fiaba su suerte a la posible genialidad de alguna de las estrellas y despreciaba a los que le han sacado las castañas del fuego muchas veces durante esta temporada. De paso, ponía en un brete a un canterano que está hundido en la miseria desde hace meses. Jorge, Carlos, menos discursitos.
