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El primer galáctico

Luis Filipe Madeira Caeiro. Para que me entienda mi padre, Figo. Un tipo grandioso. Admirable. Fajador. Bravo. Honesto. Valiente. Machaca. Ganador. Portugués (de patilla recia y generosa). Ambicioso indomable. Rebelde con causa. Peleón vocacional. Insumiso. Carismático. Directo. Noble. Ejecutor. Capaz. Líder. Sindicalista con argumentos. Conquistador. General. Con galones. Sincero. Entregado a la causa. Firme al ademán. "El árbitro ha venido malintencionado" (por Pérez Burrull...). Testosterónico. Comprometido. Blanco. Jerárquico. Maduro. Joven (de espíritu). A mí Sabino, que los arrollo. Pragmático. Nada fariseo. Nada demagogo. Hala Madrid. A por ellos. Braveheart. Sangre caliente. Corazón latino.

No sufro un proceso paranoico. Simplemente, me aferro orgulloso al galáctico de los galácticos, al tipo que ayudó a Florentino a iniciar la nueva era, la de la prosperidad (económica y deportiva) que sólo los trolls del antimadridismo intentan devaluar con su ventajismo resultadista que huele a bomba fétida. Figo ha sido uno de los fetiches del Imperio que ha sabido dar la cara con la camisa desabrochada y sólo una bayoneta como compañera de batalla. Sin munición, pero con las ideas muy claras. Figo se ha ganado al Bernabéu con su magnetismo cristalino a pesar de ser el único galáctico "no renovado". Eso aumenta tu grandeza. Figo, eres el Juanito del siglo XXI. A tus pies, crack.