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Un peso medio contra un peso pluma

Vaya por delante que fue penalti y no debe confundirnos la perra manía de nuestros árbitros de dejar pasar estas jugadas por alto... cuando son en el área. Lo que pitan en medio campo no lo pitan en el área, y así los bellettis, marchenas y demás van cogiendo un mal hábito que de cuando en cuando encuentra castigo. Saltar sobre un contrario es penalti y eso es lo que hace Belletti, que no va al balón, sino salta sobre Mista para inmovilizarle, evitando que éste salte para cabecear. Una licencia que tuvo castigo. Y castigo gordo: el adiós a la final de la Copa de la UEFA.

En todo caso, el partido estaba para el Valencia. Es más equipo y tenía que ganar. Tiene más fuerza, mucha más, tiene más juego, tiene más conciencia de poder. No se empleó a fondo, es evidente. Se permitió el lujo de reservar titulares importantes. Salió en tromba, en busca de un gol, que llegó pronto, y luego se dejó ir un poquito, todo lo poquito que se puede dejar ir este Valencia exultante, al que la fuerza física coloca varios codos por encima de los demás. Aun cuando, como anoche, no la emplea a fondo. Fue como un peso medio frente a un peso pluma. Ganó sin abusar.

El Villarreal pretendía circular en torno a Riquelme, pero Riquelme no estuvo para nadie. A ahogarle sí se aplicó con empeño el Valencia, pero anoche no hacía falta mucho para eso. Estaba en una de sus muchas fases depresivas en las que a su fútbol le falta todo. En torno a él languideció todo el Villarreal, excepto quizá José Mari, que se batió bien con Garrido hasta que se agotó, y Coloccini, la polenta y la fe de este equipo que ha llegado lejos, pero que anoche no pareció verse capaz de ir más allá. El Valencia, sí. El Valencia tiene fuerza para llegar donde quiera.