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Depor, no es tu guerra

Todavía recuerdo aquella noche aciaga de 1994. Jamás me sentí tan mal por unos colores que no fueran los míos. Lo confieso. Yo también lloré. Y no porque fuese el Barça el que se llevase esa Liga. Me pareció una injusticia sin nombre que un equipo fabricado de la nada por el mago Lendoiro pudiese sufrir semejante castigo por el hecho de que un tal González firmase la parada de su vida para asegurarse una suculenta prima que le permitió a sus compañeros del Valencia pagarse unas buenas vacaciones a costa del llanto de una ciudad entera, de un país que se unió a su dolor humilde y sincero. Esa noche todos fuimos deportivistas y el tal González no volvió a hacer nada digno en su carrera. El daño ya estaba hecho...

Por eso no me extrañó absolutamente nada escuchar ayer a Víctor que la del sábado no es la guerra del Depor. Esa será ante el Oporto tres días después. El Irureta Team tiene ante sí la posibilidad de hacer el amor con la historia y jugar su primera final de Champions. Yo, que he vivido tres en persona, les recomiendo que no se priven de un manjar futbolístico afrodisiaco. Que no sean fariseos por quedar bien. Nadie les agradecerá que hagan una machada el sábado y lo paguen cruelmente ante los portugueses. Además, los gallegos no le deben nada al Valencia. Al contrario. Si yo fuera hincha del Depor renegaría de cualquier favor al equipo que me arrancó al corazón.