Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

Liga de Campeones | Deportivo 4 - Milan 0

¡Que pase el siguiente!

Pandiani marcó a los 5’. Llegó clasificado al descanso. El Milán se vio desbordado. Ahora, el Oporto

<b>ASÍ EMPEZÓ LA GESTA</b>. Pandiani abrió el marcador a los cinco minutos y celebró el gol como si fuera el definitivo, consciente de que había logrado lo que el vestuario estaba empeñado en asegurar lo antes posible, un primer golpe que asustara al temible Milán.
IAGO GUERRA Y JESÚS SANCHO

Javier Irureta irá de rodillas a Santiago. El milagro se obró y el Milán (otro grande, el tercero en estos cuartos) se marchó con el rabo entre las piernas de A Coruña.

El arranque confirmó las buenas noticias que presagiaba la alineación del Milán. Los de Ancelotti, fi eles al espíritu que les precede, entendieron que el billete para las semifi nales se ganaba marcando un tanto y no defendiendo tres. Esto regaló espacios al Depor, que en la primera tentativa hizo diana. Pandiani, en una gran maniobra, atornilló un isparo a la cepa del palo de Dida. Corría el minuto cinco el Milán, contagiado del ansioso ritmo de su rival, se ambaleaba. Con los dos equipos enfrascados en un jercicio de identidad (el Milán enterrando su pasaporte italiano y l Depor exhibiendo el fl uido sello de Jabo) Cafú, Kaká y los untas milanistas afi laron el partido.

Si el fútbol del Depor tenía intención, el del Milán destilaba criterio. Pocos balones se regalaban y siempre se elegía la mejor opción. Molina atemperó a Kaká en un uno contra uno minutos antes de que Dida salvara el segundo golpe deportivista tras un tuya-mía entre Valerón y Víctor (los dos jugadores más juiciosos del bando local) que el canario concluyó sin premio. Grandes pizarras (Jabo y Ancelotti/Berlusconi) al servicio de grandes jugadores. Víctor madrugó un remate en un centro de Manuel Pablo que Dida volvió a abortar. El brasileño sustentaba a su escuadra cuando perdió pie en un centro plano desde la izquierda de Luque que Valerón cabeceó plácidamente a la red. El milagro era posible, Riazor lo creía y así se la hizo saber a los suyos.

El tanto tambaleó el planteamiento milanista y a Nesta le temblaron las piernas cuando el primer tiempo atardecía. El zaguero se tragó un balón y habilitó, de paso, a Luque, que la puso lejos del alcance de Dida. La hazaña estaba lograda, pero ¿y ahora qué? Meier mandó a los jugadores al vestuario y le tocó trabajar a Jabo y a Ancelotti.

Había varias opciones. El Depor podía especular, ahora sí, con el tanteador. O también podía mantener el ritmo desatado, algo que no era aconsejable por el desgaste realizado en el primer tiempo. Ahora era el Milán el que tenía que remar contra corriente y Ancelotti se limitó a ordenar a los suyos que siguieran el plan de la primera parte. Un gol les devolvía a semifi nales. Pero la fe de sus hombres no era la misma.

Los milanistas estiraron el campo, algo que el Deportivo se esperaba y para lo que estaba preparado. Sin embargo, como dijo alguien en el descanso "ahora queda lo peor, aguantar". Y si encomiable fue el trabajo ofensivo de los coruñeses, no lo fue menos el defensivo. Las coberturas de los laterales y los interiores cerraron los pasillos a Cafú y a Seedorf, que en la primera parte se mostró especialmente activo. El encuentro estaba al fi lo de la navaja porque un tanto cambiaba sustancialmente la decoración del partido, de la eliminatoria y, probablemente, del panorama futbolístico europeo.

Repertorio conocido. La tensión cargó el ambiente y se trabó el juego en el medio del campo, desde donde ya no surgían balones en profundidad con la profusión de la primera parte. El Milán tiraba de repertorio, el Deportivo se guardaba los ases con los que apuntillar un encuentro en el que se pertrechó para ejercer un zafarrancho desbocado y acabó administrando su ventaja durante un interminable periodo.

Irureta, consciente de que el cansancio debilitaba a su gente, oxigenó con criterio y sapiencia sus bazas. Fran suplió a un reivindicativo Luque, que volvió a ser ese puñal improvisado que ha encadilado a Riazor durante esta temporada. El de Carreirase asoció con Valerón y Romero interesantemente, hasta que a falta de un cuarto de hora el capitán pescó un balón en la orilla del área y batió a Dida con la colaboración de Cafú. Riazor estalló jubiloso. El Deportivo hacía historia al pasar el rodillo sobre el equipo genéricamente proclamado como el ‘mejor de Europa’.

Si en el inicio los coruñeses aplastaron a los milanistas en un ejercicio de respeto a su identidad (la del 4-2-3-1, el fútbol fl uido, el balón al suelo y el gusto por el toque), en la segunda, ofreció un recital de cómo administrar una ventaja ante un grande cerrando todas las puertas y marcando sus puntos débiles con certeros ataques.

Más de un jugador afi rmó en el aeropuerto de Milán que "la ida la perdimos nosotros". Pues ayer lo ganaron ellos, con su fútbol, sus ganas y el apoyo del Riazor de las grandes ocasiones. Los de Irureta son un bloque consistente, experimentado y, sobre todo, que conoce a la perfección sus limites, tanto para lo bueno como para lo malo.

Molina se encargó de desbaratar las últimas dentelladas de los rossoneros, un disparo de Rui Costa que llevaba veneno y una oportunidad de las que no suele fallar Pipo Inzaghi. Jabo pedía a los suyos cabeza en la banda, justo de lo que habían adolecido los milanistas. El reloj y el marcador corrían a favor de los blanquiazules, por lo que Mauro Silva, Fran y Valerón decidieron secuestrar la pelota. Con esos rondos que tanto molestan a los rivales, pero que tan bien vienen a uno cuando se trata de dormir los partidos, la grada suspiraba nerviosa. El fi nal fue muy italiano, Djlama y Fran tocando y Gatusso corriendo sin criterio ni sentido detrás de dos jugadores que, probablemente, cobren menos que él, entre los dos, pero a los que el fútbol se les derrama de las botas. A los de Berlusconi se les notó la envidia en forma de patadas, malintencionadas, tardías y desesperadas. Nadie había vapuleado a éste Milán así en los dos últimos años. Ayer, sí.

Decía un aficionado tras el primer gol: "Demasiado pronto". Ese mismo afi cionado afirmaba en el descanso: "Demasiado largo". Al final lloraba: "Demasiado bonito". Sólo quedaba apuntarle: "Demasiado cierto". ¿Y ahora qué? A Oporto y luego... Santiago dirá. Se lo dirá a Jabo, que ya conoce el camiño al Obradoiro...

EL DETALLE: PARTIDO 50 DEL DEPOR EN CHAMPIONS

El Deportivo celebraba anoche sus Bodas de Oro en la máxima competición europea. No lo pudo hacer mejor y en fecha tan señalada, el deportivismo se metió, por primera vez en su historia, en las semifinales de la Liga de Campeones.