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El fichaje de Ronie y el Hotel París

Pues no ha llovido tanto desde entonces. Difícil olvidar la última presencia del Madrid en la patria de la arrebatadora Grace Kelly. 29 de agosto de 2002. En el Hotel París, habitación 112, Florentino aprovecha el anonimato de la noche para pactar con Massimo Moretti (no confundir con Moratti, il capo del Inter) las claves que llevarían a O Rei Ronaldo a Chamartín. Al día siguiente se repitió la reunión, esta vez con luz y taquígrafos y la prensa de toda Europa enloquecida ante el traspaso bomba del verano. Flecos de última hora, justo antes de disputarse la Supercopa ante el Feyenoord, dejaban todo aplazado hasta la foto finish del plazo de la UEFA: 31 de agosto. El Madrid ganó fácil, como casi siempre (3-1), pero nadie tenía la cabeza en el partido. Se iba Morientes. Movida promovida...

AFlorentino le tocó otra noche de brujas. Esta vez en el Grand Hotel de la impactante capital del Principado de Rainiero (no confundir con Ranieri). La cena de celebración fue un funeral maquillado con foie y faisán. A las tres de la madrugada me topé con Hierro y Florentino en plena discusión. El presidente comprobó que en el fútbol las cosas funcionan de otra forma. Por eso decidió cortar por lo sano cuando la escena se repitió seis meses después en el Txistu tras ganar la Liga. Fue duro para él. Pero supo cumplir su palabra. En vez de dejarse llevar por el calentón fichó al día siguiente a Ronaldo y aseguró al Bernabéu el espectáculo del gol por muchos años. Y el Moro está hoy en Mónaco. Son las cosas de la vida, son las cosas del querer...