El corazón de Luis

Fuma como un carretero, lleva treinta años peinando canas en los banquillos, setecientos cincuenta partidos en Primera División aguantando árbitros, estrellitas y presidentes y su corazón no se inmuta. No me extraña que presuma de ello. Luis Aragonés ha intentado dejarlo varias veces (a entrenar me refiero), pero no puede. El fútbol es su vida y, aunque logró muchas cosas de jugador, su carrera de entrenador resulta inigualable para generaciones venideras. Ayer faltaron planos del Sabio en el Multifútbol de la tele de pago, por el cumpleaños 750 y por lo mal que lo está pasando su equipo para evitar el descenso.

No soy de los que apuesten a cualquier cosa, pero me jugaría unos euros a que el Mallorca no baja. Luis disfruta con las situaciones límite, sea para ganar un título o para librarse del fantasma de Segunda División. Aunque tiene su estilo propio, seguro que ayer le salió la vena bilardista cuando su jugador Perera empató con la mano frente a la Real Sociedad. Aragonés dice que esto es de listos y ese puntito lo ganó su delantero por listo, aprovechando también que el colegiado del partido era Puentes Leira, alguien al que Luis definiría cómo de labio caído. No me gustaría ser jugador del Mallorca en esta recta final del campeonato. Les pondrá la cabeza como un bombo pero, al final, les salvará.