Elegir entre la peste y el cólera

¿Y usted qué piensa de las selecciones catalanas?, me preguntan. Pues que es un asunto que no me gusta. Es como si me dijeran "no te ajunto, no juego contigo, me voy por mi lado". Y si no me ajuntan puedo resignarme, pero no sentirme feliz. Y visto el voto de la ciudadanía catalana en las dos últimas elecciones, no se puede pensar que esa aspiración de las selecciones catalanas sea cuestión de cuatro locos. El asunto está ahí y además ha explotado porque ha sido jugado con habilidad, en un deporte ideal para abrir el queso. En otros deportes será más difícil.

El hockey era ideal porque es un deporte muy catalán, en el que la selección nacional ha estado tradicionalmente compuesta por catalanes de forma casi exclusiva. Porque el presidente de la Federación Internacional también es catalán, como el de la Española. Porque es un deporte menor, no olímpico, en el que se puede hacer esto. Y porque sin embargo es un deporte con fuerte implantación en el imaginario español, en especial en generaciones talluditas, como la mía, que vivíamos con pasión los duelos España-Portugal en tiempos de Livramento y Sabaté. Hasta se radiaban.

Espero que de momento el asunto se enquiste ahí, y tarde en progresar, pero aún así creará malestares. La Ley del Deporte permite sancionar a deportistas que no acudan a la llamada de la Selección Española. Los deportistas catalanes que opten por la catalana (y cuenten que serán mayoría) colocarán al próximo Secretario de Estado en un aprieto: ¿Sancionarles, en aplicación de la ey, o dejar ir el asunto? Es elegir entre la peste y el cólera. Menos mal que ni el COI, que tutela los principales deportes, ni FIFA ni UEFA abrirán la puerta para que esto se extienda más. Eso da tranquilidad.