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Roberto Carlos suele hablar con el corazón. No responde al perfil del quejica-tipo (le gusta jugar partidillos hasta con las naranjas en la hora del postre) y lleva ocho años haciendo más kilómetros que Willy Fog. Pero la arriesgada apuesta de Queiroz de vencer (o morir) con los 12 ¿del patíbulo? ha obligado al tercer capitán a elevar su voz en nombre del grupo. "Estamos notando el cansancio. Para doce futbolistas, ochenta partidos al año son muchos...". El técnico debe entender el SOS que le envía el vestuario. Por su terco empeño en demostrar que la cantera del Madrid no es de élite (Valdano demostró con Raúl y Guti hace diez años que sí lo era por ser decidido y valiente en la apuesta por ambos), está exprimiendo como un limón el depósito energético de un once que, al 100 por 100, no tendría rival ni aquí ni en Europa. Si acaso, el Milán...

Robertinho sabe lo que es jugar mirando el cuentakilómetros, pero el problema es que ante el Sevilla tengan que hacer lo mismo Beckham o Zidane. No soy nadie para aconsejar al míster, pero debe recordar que Borja jugó muy bien en Mestalla (1-2 en Copa) y que Portillo marcó al Zaragoza en su último día de titular. Si da bola a los chavales lo agradecerán todos: los galácticos, los canteranos, la crítica periodística, la afición... y sus jefes directos. Lo de Zidanes y Pavones no es un simple eslogan. Es el libro de estilo del club. Y le va bien así.