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Todas las luces para el Depor

Esta noche quedan en segundo plano la vibrante persecución de Valencia y Barça en la Liga, la sonrisa inmensa de Ronaldino, el tirón de Ronaldo y la desconfianza de Queiroz para con su cantera. Esta noche el Depor reclama todas las luces porque juega el partido grande de Europa. En el viejo San Siro, rebautizado como Giuseppe Meazza hace unos años, en honor a un grande grandísimo del fútbol italiano de antes de la guerra. Ante un soberbio Milán, un eterno del fútbol mayor, que persigue al Madrid en títulos europeos y que hoy es bandera de la regeneración del Calcio.

Es admirable lo del Depor. Cuatro años consecutivos en la Champions y una colección de victorias en todos los escenarios grandes de Europa. Es difícil hacer eso desde una ciudad que no es Madrid ni Barcelona, ni siquiera Valencia, Bilbao o Sevilla. Es el fruto de una larga tarea de Lendoiro, de sus planificaciones trienales, de su olfato para fichar, de su complicado tingladillo financiero, que sostiene en pie con mil fatiguitas, pero que no se le derrumba. Y es la alegría y el orgullo de una ciudad, A Coruña, y de un pueblo, el gallego, que se siente felizmente representando.

Esta noche Canal + sale barato porque hay un partido grande. Ese Depor que recupera con Mauro y Duscher, teje con Valerón y Sergio y golpea con Luque y Pandiani. Y ese Milán que barre en la liga italiana, sacando provecho de su revolución, la del buen juego, que el país transalpino abandonó hace años. Mantiene en sus filas a Gattuso como residuo del vicio nacional del fútbol de presión, entrada fuerte y el balón a quien le caiga. Pero el resto es un fútbol armónico, servido por buenos jugadores, entre ellos el exquisito Kaká y el entrañable Maldini. Y aun con todo eso, no asusta al Depor.