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Valencia y Barça huelen la presa

Los ocho puntos de ventaja que el Madrid llegó a acumular sobre el Valencia se han convertido en uno. Los dieciocho que llegó a sacarle al Barça son sólo seis, y el Barça tiene una oportunidad directa de rebajarlos a la mitad: el partido del Bernabéu del próximo 25 de abril. Una semana antes el Madrid habrá visitado el Manzanares; una semana después, visitará Riazor. Los problemas se le agolpan a este Madrid que había logrado una ventaja tranquilizadora, pero que la ha dilapidado en cuanto le ha faltado Ronaldo. Y se enfrenta no a un incendio, sino a dos.

El Valencia es un vendaval. Y acusa menos las bajas. Goleó sin Aimar y se permitió incluso el lujo de utilizar el tramo final del partido para irle poniendo de nuevo a punto. Le costó un poquito abrir el muro mallorquín, pero cuando lo hizo se lanzó entusiasta por la brecha, a la conquista de la goleada. Con Mista en cabeza de la manifestación. En cuanto al Barça, sacó un partido que se le había puesto difícil gracias a otra genialidad de Ronaldinho, que lo hizo todo: forzó la falta, la transformó e inflamó con su alegría al Camp Nou, que celebró ese gol como un título.

El Madrid espera a Ronaldo como Napoleón esperaba en Waterloo a que llegaran Blücher o la noche. Las circunstancias le comen las fuerzas poco a poco y sólo el colosal delantero puede remediar su angustia, que se hace mayor por la evidente desconfianza de Queiroz en la mitad humilde de la plantilla. ¿Tanto pesa un jugador, que su ausencia resulta tan determinante? Sí, si el jugador es Ronaldo y si no hay equipo, orden de juego ni lógica en las sustituciones. Y eso le pasa al Madrid, cuya debilidad en estos días enardece a sus perseguidores y carga de nueva emoción a la Liga.