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Por hablar de cantera, toma cantera

La semana en la que Queiroz pidió una cantera de élite (lo que equivale a hacer de menos la suya), una cantera sin apellidos, la cantera por excelencia de este país, goleó al Madrid. Una cantera que representa un territorio con menos habitantes que la Comunidad de Madrid, pero que responde a una ilusión colectiva, a una confianza sin fin. Da buenos y regulares jugadores, ahora no vive sus mejores días (su presencia en la Selección Nacional es menor que en otras épocas) pero sirve. Apuntaladita con media docena de galácticos daría un juego más que apañadito, digo yo.

Digo esto porque al punto que hemos llegado, es evidente que Queiroz no cree en el modelo Florentino. O hubo negligencia de Valdano al explicárselo, o hubo deslealtad en él al aceptar un encargo en el que no creía. Porque es evidente, por palabra y obra, que no cree en la cantera del Madrid, que juegan siempre los mismos, que el número doce es Solari y que al Madrid le va pesando eso. Si alguien rota, son los canteranos. Por el centro de la defensa han pasado Raúl Bravo, Pavón y Mejía. Para parchear la media, Borja y Cambiasso. Para la banda, Núñez y Juanfran. Y Portillo, casi liquidado.

Lo de Zidanes y Pavones no es un capricho de Florentino. Es también un plan económico. Para tener siete estrellas mundiales es necesario abaratar los reservas. No se puede tener como suplentes a jugadores caros. No llega. Se pide al entrenador que mire a la cantera y dé frecuentes oportunidades, en descanso de los galácticos. Pero Queiroz no lo hace y es hora de decirle: si necesita del deslumbrante equipo titular en todos los partidos y cuando faltan uno o dos el equipo se cae, ¿usted qué pone? Y hablando de élite, Casillas, Guti y Raúl salieron de la cantera. Porque un día alguien confió en ellos.