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Roberto, firma en blanco

Roberto ya ha dado alcance a Di Stéfano. ¡A Don Alfredo! A los más puristas y clasicólogos les tranquilizo rápido. Ya sé que sólo es un dato y que la figura futbolística de La Saeta Rubia no tiene comparación posible con ninguno de los actuales Galácticos (si acaso, con Zidane). Pero los 396 partidos que hoy cumplirá en San Mamés esta hormiga atómica brasileña revelan algo que no es capaz de descifrar un ordenador: la fidelidad honesta a unos colores durante ocho años. Robertinho huyó del frío del Milán en 1996 cuando el Madrid salía de sufrir un siniestro total con Arsenio en el banquillo.

Desde el primer día se ganó el afecto del madridismo por su carácter y su fútbol de candilejas, siempre dispuesto a arrancar una sonrisa a un niño mientras amedrenta a sus rivales con esos cañonazos que le han echo ganarse el apelativo de Puskinhas. Roberto es unos de los nuestros y todos rezamos a escondidas para que se olvide de las ofertas del Lucifer del fútbol europeo (Roman Abramovich) y acepte sentarse este verano con Florentino Pérez y dé luz verde a la propuesta de seguir en el Bernabéu hasta 2007. RC ya ha cantado gol 54 veces, pero cuando está bajo de revoluciones, como en algunas fases de la final de Montjuïc, su equipo pierde verticalidad. Roberto, no lo estropees y firma en blanco. No se me ocurre un mejor color.