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Sin portero y sin nueve

El trébol puede esperar. Los Magníficos noquearon a los Galácticos, que sufrieron una úlcera de estómago en Montjuïc por culpa de su indolencia. Nadie podrá negar la justicia del desenlace de una final típicamente copera desde el minuto 1 al 120. El Zaragoza fue superior, por fútbol y entusiasmo. El Madrid deberá repasar hoy el vídeo y asumir los errores. Recomiendo a las estrellas madridistas, anoche apagadas de forma alarmante, que hagan un ejercicio de autocrítica en el día después. La Copa viajó hacia la cuna de La Pilarica y el desenlace aumenta la amargura de esa capital que vive atormentada por la pesadilla terrorista. Un equipo como el Madrid no puede permitirse el lujo de parecer jugar con dos menos cuando disfruta de superioridad numérica o de ver como Guti acaba expulsado por juego duro en un partido en el que sustituyó las filigranas por un penalti absurdo y dos tarjetas que dejaron a su equipo sumido en el desamparo.

Quedó claro que el Madrid es otro sin Ronaldo y que Milito era un central de garantías. Durante muchos minutos el equipo avispa pareció hacer un homenaje a Amancio Ortega: Zara...goza. Al subcampeón le bastó para sobrevivir con los misiles de catálogo enviados por Beckham y Roberto Carlos con una precisión germánica. Pero llegó Galletti en la prórroga y terminó de desfigurar el rostro de un Madrid sin alma con un gol marcado desde Buenos Aires. César es un discreto portero que no hace milagros. Final que juega, final que pierde. Le llegaron tres veces y le metieron tres goles. Por eso debió jugar Iker Casillas. Sin portero y sin delantero centro no hay manera de ganar una final. Es absurdo inmolarse por contentar... ¿a quién?