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La Copa renueva su interés

Este Zaragoza es otro, no cabe duda. A mediodía nos invitó a los periodistas madrileños a un acto institucional en el hotel en que se hospeda. Un gesto de cortesía en vísperas de la final, que se agradece. Allí estaban desde Solans a Víctor Muñoz (éste de paso fugaz, porque lo primero es lo primero) y en el grupo se detectaba cierto aire de seguridad. Es verdad que se hacían un poco las víctimas, pero en el fondo se les notaba que confiaban más de lo que hacían ver. A un directivo, charlando conmigo, se le escapó: "Si empatamos esta noche, ya veremos qué pasa el miércoles".

Bueno, pues empataron anoche. Y empataron bien, dejándose en el tintero un remate al palo y un cara a cara de Galletti con Casillas que cortó la respiración de todo el estadio. Un buen Zaragoza, en el que Movilla representa cada día una severa acusación de incompetencia o algo peor hacia Manzano. Un Zaragoza que ha recobrado la fe, va sumando puntos para escapar de la quema y que puede mirar el partido del miércoles con otra cara, después de lo de anoche. Porque el miércoles volverá a faltar Ronaldo, veremos cómo anda Raúl y no estará, se supone, Casillas.

Enfrente, el Madrid no pudo hacerse con el partido en ninguna fase. Hizo lo que pudo, con sus suplentes, que rotan como tales más de lo aconsejable. Núñez pasó de suplente de Figo a suplente de Ronaldo, y ahora es a un tiempo suplente de Juanfran y de Portillo. Éste había sido abruptamente postergado y de repente renace y lo agradece con un magnífico gol. Juanfran salió en Montjuïc y anoche, pero en seguida nos lo quitan. Pavón era el primero, luego le pasó Raúl Bravo, luego Mejía, y ahora ha vuelto. Borja... ¿había uno que se llamaba Borja? En fin, rotaciones en el banquillo.