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Honor al vencido y hasta la próxima

Adiós, Bayern, hasta la próxima. Adiós viejo enemigo, volveremos a vernos cualquier día para poner a Europa de puntillas otra vez, y que gane el mejor. Como esta eliminatoria, ganada por el Madrid, que es el mejor. Aun sin Ronaldo. Aun sin Roberto Carlos durante media eliminatoria. El Madrid es mejor porque tiene mejores jugadores, que es en lo que consiste esto. Y porque esos jugadores tienen tanta casta como los del Bayern, equipo dispuesto y corajudo donde los haya. Y también tanto dominio de la escena y de la situación. Esta vez el Madrid no perdió los nervios.

Porque ese era el riesgo: que el Bayern ganara la batalla sicológica, como ha ocurrido tantas veces, en el Bernabéu y allí, con muy malas consecuencias. Pero el Madrid jugó con frialdad y claridad, consciente de que le faltaba bastante, pero que aún le quedaba mucho. Consciente de que estaba clasificado de salida, de que no había que apelar a heroísmos cara a la galería. Con Zidane en el centro de la maniobra, Michel Salgado espléndido, Óscar claro al actor secundario, y Casillas para lo que gusten mandar. Y Raúl corriendo sobre dos tobillos hinchados, pero incapaz de rendirse.

Al partido le faltó la guinda del gol de Raúl, en esa jugada en la que esquivó el guadañazo de Kahn, renunció al penalti que se había ganado, persiguió y tiró sin ángulo. Lástima, porque el sufrimiento de esta eliminatoria hubiera merecido un final así. Pero el Madrid sigue y ya gana por cuatro a tres en el cómputo de encontronazos con el Bayern en la Copa de Europa. Eso sí: la historia no ha terminado. El Bayern volverá. Ya cría en su seno jugadores como el colosal Schweinsteiger (¿por qué no es titular, Hitzfeld?). Bella y vieja rivalidad. Honor al vencido y hasta la próxima.