Punto de amargura

Primera | Racing 1 - Real Madrid 1

Punto de amargura

Punto de amargura

El Madrid araña un empate pero pierde a Ronie. El Racing tuvo más ocasiones. Hubo penalti a Núñez

Fue un partido flojo, sólo quince minutos de interés (moderado), Ronaldo se lesionó y hubo un penalti sin pitar, de Juanma (bonito nombre) sobre Núñez, más un trompicón que una falta escandalosa, imposible hacer bandera de esa jugada porque hay acciones que, siendo tan sancionables como una puñalada trapera, no tienen peso sufi ciente para desarrollar el tratado del victimismo y se pierden en la marea de las cosas sin importancia. Fue un partido flojo porque ambos equipos tenían más y no se vio eso, que era lo más bonito.

Quedó al final una sensación de decepción, y no diremos de impotencia, porque las carga el diablo, pero algo semejante debió ser. Lo demuestra que el fl emático Queiroz se enfrentara al fi nal con el refl exivo Alcaraz (y viceversa), que el árbitro tuviera un brote de enajenación mental y que Beckham se enredara en batallas menores, buscando quizá un protagonismo que no tuvo en todo el encuentro, horrible, perdido, así estuvo el inglés y así lleva varios partidos; el otro día se puso un jersey de rombos de pico con unos pantalones vaqueros semiderruidos, es evidente que el chico no está bien.

En ese sentimiento de tristeza, de desazón, infl uyó, por supuesto, la lesión de Ronaldo, posiblemente una rotura de fi bras, una jugada que tampoco tuvo heroismo alguno, no regateó a siete y al octavo le voltearon por los aires, no, fue un salto inocente, un pequeño bocadillo, un accidente casi doméstico, como quien tropieza con un juguete en el pasillo.

Efecto estampita. Ronaldo no había hecho absolutamente nadahasta entonces, bueno, sí: rematar a gol dos balones en fuera de juego. Además de eso, se había mostrado algo torpe en los demarques y en general ausente, como suele. Sin embargo, cuando abandonó el campo quedó en todos una sensación de desamparo, la misma que nos invade cuando se toca la rodilla remendada y la misma que asalta ahora al madridismo en vísperas del partido contra el Bayern. Es curioso ese efecto estampita que ha acabado por tener Ronaldo, esa impresión de seguridad que transmite su presencia: no hace falta que se mueva y si se mueve, milagro.

Núñez fue su sustituto, corría el minuto 73. Queiroz, cuya gran aportación al Real Madrid, a falta de las glorias venideras, ha sido descubrir a Raúl Bravo como defensa central se ha empeñado en desarrollar su faceta de mecenas. Y con la apuesta de Núñez como delantero centro ha dado el triple salto mortal. Y digo mortal porque el canterano no tiene en absoluto aspecto de ariete, una raza de jugadores demasiado particular para que valga cualquiera, quizá sólo intercambiable con algún perfil de defensas centrales. No dudo de la capacidad de Núñez para jugar como interior, incluso como lateral derecho, pero reconvertirlo a nueve se nos antoja excesivo. Y no ahondaré en el asunto porque estoy conciliador, que hoy es Santa Felicidad (y Santa Perpetua).

El otro descubrimiento de Queiroz ha sido recolocar a Mejía (prometedor central) como lateral, por delante de Olalla, el canterano acostumbrado a jugar en ese lugar. Ayer la actuación de Mejía dejó bastante que desear, tal vez porque le tocó bailar con la más fea, Regueiro, un extremo fantástico que no tiene vocación de salvar el mundo en otras partes del campo. La teoría de que si vales para hacer una cosa puedes valer para otras muchas, ampliamente extendida entre los jefes del mundo, no se cumple casi nunca y así está el mundo.

En Regueiro encontró el Racing la mejor manera de hacer daño al Madrid. Por su banda llegó la primera ocasión (primer minuto) y casi todas las que vinieron después. Si no se desequilibró entonces el partido fue, además de por el acierto de Casillas, porque el Racing no tiene delantero centro; Javi Guerrero, que tiene muchas virtudes, no lo es, y hay ciertos balones que sólo los puede rematar uno de esos tipos que cabecean baúles y todo tipo de mobiliario.

El Madrid no estuvo tan apocado como en otras ocasiones, ni siquiera dormido, pero era un poco desesperantecomprobar su falta de ideas cuando alcanzaba la frontal del área. Sólo había un jugador incisivo, vertical, Figo, que se autoproclamó líder del equipo y comandó la mayoría de las operaciones. Ese carácter vale oro y cubre otros pecados de la edad madura, la pérdida de velocidad.

Un pase de Figo a la olla propició el primer gol. Cuando se produjo el centro, Zidane estaba en fuera de juego, pero el balón lo tocó Ronie y sólo llegó en segunda instancia al francés, que se la dejó a Solari. Su chut cruzado superó a un Ricardo ligeramente bizcochón.

Gol extraño. Pero al Racing no le dio tiempo a afl igirse porque empató a los tres minutos. Fue una falta sacada desde la izquierda, varios tipos que saltaron para chocar con sus pares y que se olvidaron de la pelota y Casillas que rechazó ese balón inesperado a duras penas. Benayoun le fusiló. Quizá debió salir Iker de puños.

Pudo suceder algo más hasta los últimos quince minutos, pero yo sólo recuerdo a Ronie cojeando, un poco como los abuelos del parque, la imagen tenía una cierta ternura, faltaba una boina y unas zapatillas de felpa. En esa recta fi nal el Madrid hizo un respingo por ganar y el Racing reculó con descaro. Pero Figo, aunque se empeñó, no fue sufi ciente para inclinar el par tido. Tampoco bastó Guti, cada vez más fi no en su tarea de lanzar el equipo. Zidane se diluía en arabescos.

Luego se perdió el fútbol en las quejas, en un árbitro que se defendía a tarjetazos y que expulsó a Mejía porque no le sonaba su cara, alguna patada y la discusión entre los entrenadores. Una vez acabado el partido no terminó sin embargo esa maldita sensación de tristeza sin motivo, esa inquietud que provoca haber perdido el amuleto, justo ahora que era necesario y lo íbamos a acariciar para invocar a la suerte, Ronie, Ronie, Ronie.

El detalle: El hijo de Pirri consoló a Ronie

Daniel Martínez, hijo de Pirri y fisioterapeuta del Madrid, viaja siempre con el equipo y atiende personalmente a los jugadores junto a Muro, Chueca y Solano.