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De repente hay nubarrones sobre el Madrid

El tirón que sufrió Ronaldo en Santander cambia el ánimo del Real Madrid. No es una lesión grave, pero es una lesión cuyos plazos de curación son inflexibles. "Con tratamiento, tres semanas; sin tratamiento, veintiún días", dicen los clásicos. Así que Ronaldo se perderá los próximos partidos, y el más próximo de ellos es el del Bayern. Como se lo perderá Roberto Carlos. Y como las malas noticias nunca llegan solas, resulta que el Bayern se está recuperando, que ayer ganó bien en su salida a Leverkusen y que hasta Kahn ha vuelto a ser una fiera bajo los palos del equipo muniqués.

Es lo que tiene este modelo de Zidanes y Pavones. Produce un grandioso primer equipo, pero las bajas son irreemplazables. Sin los brasileños (y con Beckham hecho una pena) el aire del equipo es otro. Los dos son jugadores sin suplente claro pero la baja de Ronaldo posee además un efecto sicológico devastador en el madridismo, al tiempo que es un euforizante para sus rivales. Y encima Portillo se ha esfumado. No es nada parecido a lo que fue. Con Del Bosque era una Derrington de la que echaba mano cuando le faltaba una bala. Pero ahora no cuenta ni en el banquillo.

Es una prueba más de que para los jugadores la confianza del entrenador lo es todo. Y Queiroz no se la tiene, es evidente. Queiroz ha tenido el éxito de Raúl Bravo en la defensa, pero tiene en el debe lo de Portillo, que parece querer compensar ahora con otra genialidad sacada de la manga, Núñez en la punta del ataque. En realidad todo se reduce a que, como ocurrió el año pasado, la temporada larga y la falta de rotaciones pone a prueba el fondo de armario de la plantilla cuando se va acercando la primavera. El año pasado ocurrió ante la Juve. Este año, ante el Bayern. Nubarrones.