Beckham: media hora tirando faltas

Hace apenas diez días, antes de jugar ante el Bayern Múnich, una periodista japonesa le preguntó a Beckham durante su comparecencia ante la Prensa qué ocurría con las faltas, que a ella, en Japón, no hacían más que pedirle imágenes de Becks marcando goles a balón parado, con la camiseta del Madrid claro. Beckham abrió su sonrisa y dejó a la japonesa casi petrificada: "Que no se preocupen los japoneses, los goles de falta llegarán", contestó Becks. Presionado o no, lo cierto es que Beckham parece haber tomado conciencia de que su bajo rendimiento en los libres directos no es normal. Desde ese día, es fácil verle después de los entrenamientos pateando balones como su buen amigo Wilkinson. Ayer, fue media hora de disparos. Primero, escorado a la izquierda del área, su sitio natural; 25 metros de distancia, la cara afilada, el vaivén de las manos acompañando al cuerpo: gol. Fueron diez minutos disparando desde esa posición. Luego se fue al centro, para completar su media hora de trabajo desde el costado derecho.

Sólo tres goles. Lo cierto es que Beckham parece no encontrar aquel toque que le había convertido en el mejor lanzador de faltas del mundo. Su baja efectividad, le llevó a suprimir unas plantillas que le habían colocado en el Madrid para mejorar su pisada. "Con esto no siento bien el balón. No tengo feeling", decía. Aquella medida tampoco terminó por funcionar. Beckham siguió insistiendo. Agua. "Creo que las barreras están aquí más cerca que en Inglaterra", afirmaba. El rey del golpeo, aquel que aprendió a lanzar faltas en el jardín de su casa junto a su padre Ted, parecía haber perdido el punto de mira. Tres goles de falta con el Madrid (Málaga, Olympique de Marsella y Leganés). Demasiado poco para un tirador. "Seguiré insistiendo", explica Becks. "Nunca he dudado de mí".