Copa UEFA | Besiktas 0 - Valencia 2
Angulo y Sánchez enfrían el infierno
El Valencia remata al Besiktas a la contra. Los suplentes dan la talla
De acuerdo al guión, sostenido por su defensa de las grandes citas, ésa que transmite sufi ciencia y autoridad, y matando al Besiktas a la contra para acabar con la leyenda de este infi erno del Inonu. Así certifi có anoche el Valencia su pase a los octavos, con autoridad, sin especular con el resultado de la ida, muy bueno, por cierto, que permitió a Benítez echar mano de sus suplentes. Se esperaba a Sánchez y apareció para enmudecer ese infi erno turco venido a menos y de paso acabar con la poca fe que le quedaba a este Besiktas, que salió en tromba tras el descanso y se llevó la segunda bofetada. Porque entre Angulo y este Romario de Aldaya se bastaron para liquidar una eliminatoria que sólo tuvo once minutos de suspense por aquello de la presión turca y esa respuesta de los suplentes valencianistas. Porque Benítez echó mano de los menos habituales, pero con la vieja guardia para proteger a Palop, claro.
Jugaron Ayala y Pellegrino, descartado la noche del martes y recuperado milagrosamente de esa gripe que diagnosticó el club para justifi car el mareo en el vuelo a Turquía. Actuaron los clásicos de aquellas noches de Champions para achicar agua ante un equipo muy mediocre, que apretó mucho, pero cayó fulminado en cuanto el Valencia salió bien hacia Córdoba. Porque claro, no todos los días Pancu iba a tener la suerte de hace una semana en Mestalla. Anoche, no metió ni miedo (se plantó una vez ante Palop y la envió fuera).
Más o menos como Ilie, que estuvo en todas, pero no picó, algo parecido a su etapa en el Valencia, ya saben. Sí apretaron los turcos, pero sin la efectividad de Angulo, ni la pegada de Sánchez, que dejó listo para sentencia este partido en la reanudación. Justo en un momento psicológico, cuando más incómodo estaba el Valencia, bien metido atrás. Buen mazazo para cambiar la velocidad del ataque y recuperar una imagen más armónica del Valencia, que manejó los tiempos a su antojo y empezó a disfrutar más de su juego, en especial con la entrada de Baraja.