NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Liga de Campeones | Bayern 1 - Real Madrid 1

Kahn se marchó del estadio sin ducharse

Aficionados españoles le vieron salir en chándal a los cinco minutos de finalizar el encuentro e irse a toda prisa en el coche de su novia

<b>DESOLADO</b>. Khan tiró los guantes a la conclusión del choque ante el Real Madrid.

Quería morirse. Oliver Kahn no se sentía tan mal desde la fatídica final del Mundial de Japón y Corea. Otra cantada (o Kahntada, término que ya está aceptado en la Real Academia del Fútbol). Otra vez un brasileño. Hace dos años fue Ronaldo el protagonista de sus pesadillas. El martes, ante su propia gente, fue Roberto Carlos. Se sentía humillado, pero su orgullo alemán le volvió a traicionar. Tiró los guantes al césped del Olímpico al sentir el fuego y la ira de la grada que tantas veces le idolatró hasta considerarle el mejor portero del mundo y el sucesor natural de Sepp Maier.

Llegó al vestuario con la cara crispada y el pelo alborotado. Los ojos escupían todo el odio que llevaba dentro por lo sucedido. No habló con ningún compañero. Todos le miraban ofreciéndole ese apoyo que Kahn prefirió rechazar para lamerse sus heridas sin ayuda de nadie. La sorpresa fue ver cómo se ponía el chándal de paseo del Bayern, cogía la bolsa de aseo de su taquilla y se marchaba del estadio casi sin despedirse. No se duchó. Cierto que apenas tuvo trabajo en todo el partido y con ocho bajo cero puede que hasta ni rompiese a sudar. Pero lo suyo fue un gesto de rabia. Sólo habían pasado cinco minutos desde que el árbitro noruego Terje Hauge había puesto fin a lo que fue para Kahn un suplicio desde que en el minuto 83 se tragase el gol más ridículo de su carrera deportiva. Cuando salió al parking del Olímpico se cruzó con varios aficionados del Real Madrid.

Acababan de salir del estadio felices por el inesperado 1-1 y lo último que esperaban encontrarse era a su enemigo número uno, que les había dado un alegrón inesperado con ese fallo garrafal. "Mira, pero si es Kahn. ¡Monstruo, hoy te has portado bien". Los seguidores blancos (en el Olímpico se dieron cita casi 4.000) no daban crédito a su casual encuentro con el ogro del Bayern porque el partido acababa de terminar y le imaginaban en la ducha o en la sala de prensa. "Era él, tenía una cara de perros y el pelo sucio. No se había duchado y llevaba un chándal un poco cutre. Se montó en un coche donde le esperaba su novia. Era una chica muy guapa. Ni nos miró. Estaba para pocas fiestas el tío...". Verena, la joven novia del arquero germano, asistió a toda la escena pero tampoco abrió la boca para evitar mayores tensiones.

Esta anécdota alimentó las tertulias que hubo en el vuelo de vuelta a Madrid. ¡Kahn, que estas en los cielos!