Kahn-tada

Kahn tenía que ser. El que fuera en sus tiempos un ogro odiado por todos los madridistas se convirtió ayer en un aliado de los galácticos con una Kahn-tada que pasará a la historia. Florentino debería regalarle el carnet madridista. Se lo merece. Roberto Carlos maquilló un pésimo partido.

Divino Madrid

Fin a la pesadilla. La maldición de Múnich no volverá a ocupar un lugar preferente en los libros de Historia. No recuerdo un partido más cutre de mi Madrid, pero este empate sabe a solomillo. No perder cuando se hacen tan mal los deberes confirma la condición pseudodivina de este equipo que se mostró lento, sin verticalidad, sin movimientos de ataque, sin poder ofensivo...Pero la fortuna siempre se alía con el mejor, con el que siempre se liga a la chica y el que le toca la Lotería la única vez que la compra. Ese es el Madrid de la sonrisa permanente.

Kahn y el destino

Representa el lado oscuro de la vida. Siempre cabreado, con pinta de troll, mentón del Paleolítico y orgullo insoportable. Un fantasma de tío. Por eso el destino le castigó de la forma más cruel. Su Kahn-tada al tiro de Roberto Carlos quedará para los restos. Me recordó el gol que se comió Arconada en París ante Platini. Lo tenía en sus manos y dejó que el balón se le escapase de esas manoplas que huelen a portero en declive, cerca de anunciar su retirada por defunción de esos guantes que parecen bañados en vaselina. Kahn, se siente. No haber plantado al Madrid en el partido de su Centenario. Desagradecido...

Congelados

El Bayern fue el esperado. Fiero, granítico, peleón y ambicioso. Alemanísimo. El Madrid, por su parte, se limitó a exhibir a sus joyas galácticas, pero sólo para que las vieran, no sea que por pedirles un pcoco de fútbol corriesen peligro de romperse en mil pedazos como un jarrón de porcelana china. El frío congeló el talento del Queiroz Team, personificado en la figura enlutada de Ronaldo.

O Rei del frío

O Rei no lució como nos acostumbra, lógico. El hombre salió con leotardos, guantes y crema protectora para los pies. Sólo le faltó salir con el gorro de Papá Pitufo. Así no hay quien juegue... Ojalá le hubiese dejado Valdano irse de noche carnavalera el lunes porque en el Cohibar, garito bíblico donde hasta las camareras hablan español de Soria, hubo una batucada en la que sólo faltó Ronie. Si hubiese sido feliz con sus bailes, seguro que le mete tres al borde de Kahn.

'Carnavalen' 1

El caso es que los alemanes ofrecieron una apuesta vulgra, nada que ver con aquel equipo en el que Mattaheus, Effenberg y Scholl nos recordaban que la raza ariana (que diría Queiroz) es superior. Pero le bastó para mandar ante un enemigo que lucó guantes sólo para protegerse del fío. El Madrid se perdía y eso dio alas a trotones de barrio como el rapero Ze Roberto, el anoréxico Makaay y el gordito Pizarro. Beckha, que ha estrenado un look Siete novias para siete hermanos que no me gusta nada, no mandaba y bastente tenía con esquivar los bolazos de nieve que le lanzaba la barra brava del Olímpico. Mientras, Roberto Carlso parecía estar de Carnavalen (así debe decirse en alemán) cuando envió contra Casillas un despeje bávaro.

Casillas volador

Lo del portero de Móstoles merece una reflexión. Si no es por este ángel volador el Madrid se vuelve a casa con un saco de goles. Casillas fue el héroe hasta que llegó el 'churrigol' de Robertito. Hizo hasta tres paradas para enmarcar. ¿Algún listo se va a atrever a seguir diciendo que Ikerman no es el mejor portero de Europa? Compárenlo con Kahn. Igualitos...

'Carnavalen' 2

¿Quién dijo que los alemanes son fríos? Todos los tópicos existentes en torno a la personalidad del teutón se derrumbaron en un 24-F que será difícil de olvidar. El Carnaval se celebra en Múnich a lo grande. El corazón de la fiesta se nucleó en la Marienplatz, que es como hablar de la Plaza Mayor de Madrid. Desde las diez de la mañana miles de germano (citius, altius, fortius) se concentraron allí. Los hinchas de Bayern y Madrid se abrazaban entre pintas de cerveza. El fútbol hace extraños compañeros de cama. ¿Lo entiendes ahora, Oliver? Kahnaval te quiero.