NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Música de violín entre el retumbar de tambores

Entre el retumbar de tantos tambores de guerra (el partido del Pizjuán, el penalti de Marchena, la nube amenazante del Bayern, que se acerca) se cuela de repente música de violín: el Madrid ha renovado a Zidane. Ya se lo anunciamos en portada no hace mucho. Anoche se hizo. Zidane renueva hasta 2007. Para entonces tendrá 35 años. Significa eso que habrá completado su carrera deportiva en el Madrid, esperemos que venturosamente. La noticia confirma que la apuesta de Florentino es a largo plazo, que el talento seguirá siendo la piedra angular de su Madrid.

Y confirma que Zidane está a gusto aquí. Es muy retraído y se da a ver poco, pero vale con verle jugar para saber que está muy a gusto. Nunca había jugado tan bien como en el Madrid. Nunca hasta ahora había tenido permiso para liberar totalmente su inspiración, para anteponer su fútbol creativo a fatigosas y desagradecidas tareas tácticas. Lo que le piden (o le permiten) es tan radicalmente distinto de lo que le exigían (o prohibían) en Italia que esa liberación ha acabado por traducirse en una especie de euforia creativa permanente. Y ahora hace lo que nunca se atrevió a intentar.

Se discute a veces si es mejor Ronaldo o Zidane. Hacen cosas tan distintas que es difícil comparar. Echando a pies, yo escogería antes a Ronaldo. Pero a la hora de ir al estadio o de pinchar el pay per view, Zidane moviliza más que ningún otro. Tras su roulette en Valladolid, con remate final alto, un degustador del fútbol me llamó y me dijo: "Hay que quitar las porterías: el juego es un fin en sí mismo, y la competición lo prostituye." Y es que así como el fútbol de Ronaldo sólo alcanza su plenitud con el gol, ante la contemplación del juego de Zidane el resultado deja de tener importancia.