De todo menos fútbol
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Hacía tiempo que no veía tanta obsesión por medir exactamente la gravedad de una entrada. Son las secuelas de Sevilla. El personal se expresaba más con un empujón del rival que con una filigrana de los suyos. Era como arbitrar permanentemente desde la grada. Y lo malo es que los jugadores del Real Madrid se contagiaron. Poco fútbol y mucha picaresca para dejarse caer, para casi buscar la mano del enemigo en el rostro. El Valencia en ese entorno se encuentra cómodo, muy cómodo. Tiene más perfeccionado ese tipo de juego, esos parones continuos, ese manejo al límite del reglamento. Y además, juegan más juntos, más en bloque. A todo esto, partido tan espeso y trabado le pilló a un novato en Primera, Tristante, que bastante tenía con poner cara de asustado y desenfundar su cartera para sacar tarjetas como si estuviera felicitando la Navidad.
En ese monumental atasco, con treinta metros para que jugaran veintidós jugadores, el brillo de la divina calva de Zidane se echó mucho de menos, tanto como que Pablo Aimar siga sin lograr su consagración en un estadio tan emblemático. Era noche de defensas y porteros, noche de disciplina y escasas concesiones al espectáculo. Por eso el desequilibrio llegó con un cabezazo de Ayala, por eso en la foto del día no estarán ni Ronaldo ni Mista, los pistoleros de la Liga. La foto acabó siendo otra vez para el cuarteto arbitral. Creo que la osadía del asistente Rafanomejodas va a hacer mucho daño. Ayer, un anónimo imitador, levantó la bandera cuando el partido estaba casi acabado, en el minuto 90. Penalti inexistente y gol. O sea, que además de no ver fútbol, ya tenemos otra montada. ¡Qué cruz!
