Vergüenzas al descubierto
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La incuestionable derrota ante el Valencia deja muchas lecturas y todas ellas negativas. La goleada sufrida ante un bloque de verdad ha evidenciado lo lejos que estamos aún del tridente de grandes del fútbol español. Hemos comprobado, también, que sin la siempre estética aportación de Torres, somos un equipo del montón, anodino y ramplón, que no puede sino aspirar a mantenerse en la categoría. Torres no sólo pone la clase sobre el terreno de juego, también los goles que nos habían permitido hasta ahora ocupar esa ficticia cuarta plaza en la tabla. Ante el Valencia quedó meridianamente claro que seguimos sin portero y que la pléyade de veteranos que pueblan nuestras filas no son ni la sombra de lo que un día fueron. Desde el primer momento del encuentro tenía claro que no íbamos a ganarlo.
Es descorazonador comprobar nuestra nula capacidad de reacción y la irresponsabilidad de los que son capaces de acumular dos tarjetas amarillas, dejando al equipo en una situación de mayor inferioridad si cabe. Es desesperante lo desvalida que está la puerta, la fragilidad de la defensa, la falta de creación en el medio campo, a pesar de Ibagaza, y la absoluta falta de definición del ataque, cuando no está el Niño. Demasiadas vergüenzas que se han puesto al descubierto. El sueño parece que toca a su fin.