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Moya, en el recuerdo

Estaremos de acuerdo en que pocas veces a lo largo de estos últimos años el españolista ha saltado de su butaca, emocionado y casi enloquecido, en un partido de fútbol: el de la temporada pasada en Málaga, seguramente se lleva la palma. Un 3-1 que parecía definitivo lo convirtió en un glorioso 3-4 aquel equipo entrenado por Ramon Moya. Con una clarividencia magnífica el entonces entrenador perico fue incorporando tocadores al equipo hasta organizar una borrachera de goles que supuso un punto de inflexión importante para aquel equipo que venía de una etapa difícil con Juande. Esos partidos dejan enseñanzas y una de ellas, muy clara, es que con futbolistas de toque se disfruta y con los demás se sufre.

Luis Fernández quiere poner en solfa lo antes posible a Hadji para juntarlo con Maxi, Tamudo, Jordi y otros, entre ellos ese De la Peña de quien los malaltets decían que lo había fichado yo. Lo cual demuestra que si yo hubiera fichado en el Espanyol estos últimos años, seguramente estaríamos en la Champions League. No vean en esto un ejercicio de tonta vanidad sino la constatación de lo mal que lo han hecho los que han fichado. Los últimos están a la greña. Corominas rajó ayer. Me ofrezco ante Dani para liderar, sin cobrar, un grupo de expertos capaces de hacer un Espanyol bueno, bonito y barato. Eso sí: deberían despejarnos el camino. Marcó y demás inútiles, a su casa, claro.