NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Transcurría el partido entre el ceroy el patatero. El Málaga desplegaba un fútbol claustrofóbico (todos encerrados sin dejar pasar el oxígeno junto a Calatayud) y el Madrid bastante tenía con buscar huecos entre una selva de camisetas oscuras. Entre bostezo y bostezo, apareció Él. Se merece referirse a su persona con mayúsculas. Les hablo, faltaría más, de Zinedine Zidane. La jugada transcurrió en la banda. Edgar, el gordito del Boquerón Team, intentaba escaparse por la derecha. Zizou irrumpió, sacó su gancho retráctil (sus piernas parecen no tener fin) y consumó una increíble recuperación de la pelota. Edgar se quedó impávido y el balón muerto, seducido y entregado a su dueño y señor. Se podría afirmar que Zidane fue un ladrón de guante blanco...

El Bernabéu aplaudió la acción durante 12 segundos. Era una manera de rendirle tributo emocional al tipo que mejor representa lo que hoy significa el Madrid de los galácticos. Calidad infinita, espectáculo garantizado... y compromiso. Por eso este equipo ya lleva once triunfos sin fallo ante su pueblo; por eso el estadio se puso en pie cuando Figo fue sustituido tras hacer el portugués un despliegue memorable; por eso la gente corea el nombre de Ronaldo como si fuera Juanito tras sumar el 25 de su cuenta; por eso se emociona con el misil de Roberto... La fiesta continúa.