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Ha vuelto la ‘grandeur’

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No me gusta la palabra grandeur. Este término gaullista (y no galo) huele a una Francia que yano existe. A otra época. Ya nadie en mi país se atreve a usar este concepto colonial. Prefiero las palabras "progreso" o "modelo social", porque, en esto, los franchutes sí tenemos de verdad algo que proponer al mundo. Sin embargo, hoy, mientras me siguen mareando de felicidad los efluvios del partido que hizo Zinedine Zidane el domingo en Valladolid, voy a rescatar estas letras llenas de polvo.

Sí señores, la magia de Zizou en el terreno de juego y, sobre todo, este gol "para el cielo", como lo describió tan bien AS en la portada de ayer, son dignos de toda la grandeur. Zidane es un grande porque cuando ejecuta un gesto maravilloso no piensa en hacerlo bonito, para gustar, no. Lo hace porque se lo pide el cuerpo de un modo natural. Dice el crack francés que cada año "aprende un poco más". Lo creo, porque este hombre siempre ha demostrado ser también un trabajador. Pero esta roulette de la segunda parte, esta obra de arte parecida a la escritura automática de los surrealistas de principios del siglo XX, no es algo que se aprenda. Zidane lo tiene dentro. A este chaval le tocó, a otros no. C’est la vie.

Ni el Cannes, ni el Girondins de Burdeos, ni la Juventus, ni siquiera el Madrid, han enseñado a Zizou cómo crear maravillas de este tipo. Estos clubes le han permitido mostrarlas, como buenos mecenas que son. ¡Viva la grandeur! Aunque sólo sea gracias a unos segundos de fútbol sobre un trozo de hierba.