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Lo vio España entera y el madridismo militante acabó festejando la buena nueva. Ese Mejía, el Pavón de guardia al que Queiroz recurrió por la falta de efectivos, superó la Selectividad del Bernabéu con sobresaliente. Con 22 añitos recién cumplidos, este madrileño de pura cepa reencarnó el espíritu de Sanchís. Magnífico en la defensa de anticipación, coordinado en la colocación para no romper la línea del fuera de juego, ordenado en sus movimientos laterales, reposado y talentoso en la salida de la pelota desde su zona de acción y espectacular y decidido en sus arrancadas. El 33 dejó claro que en este canterano de última generación hay central y hasta líbero si lo requiere el guión. Me gustó en Ipurúa y el sábado ratificó que se ha trabajado con criterio en la formación de este chaval.

Florentino era ayer un hombre feliz. Normal. Su arriesgada política de Zidanes y Pavones ha gozado por fin de un espaldarazo definitivo. El presidente trazó en septiembre una línea con la señal de ‘stop’ si se trataba de fichar un central. Valdano siguió la consigna, se olvidó de Milito y de Ayala para siempre y pasó el informe a su jefe: "Presi, ahí tenemos a Mejía. Y para más adelante a Ángelo y Sergio, que están lesionados". Mejía ha enseñado el camino a los pavoncitos: jugar sin complejos. Sanchís ha vuelto.